jueves, 25 de diciembre de 2025

 

“Sé tú mismo”: la frase más cómoda jamás vendida

“Sé tú mismo”.
Qué frase tan bonita. Tan redonda. Tan vacía.
Es el equivalente filosófico a decirle a alguien que se está ahogando: “respira”.

Todo el mundo la repite como si fuera una verdad profunda, cuando en realidad es una frase perezosa, una consigna que suena sabia porque no exige pensar. Nadie te explica quién eres, cómo se supone que debes serlo, ni qué haces si no te gusta eso que descubres cuando miras con honestidad.

“¿Ser tú mismo… cuál versión? ¿La de lunes por la mañana o la de las tres de la mañana cuando te odias?”

El problema metafísico: ¿quién carajos soy?

“Sé tú mismo” presupone que existe un yo auténtico, puro, estable, esperando ser descubierto como una reliquia sagrada.
Pero cuando rascas un poco, lo único que encuentras es:

  • historia,

  • miedo,

  • trauma,

  • deseo,

  • contradicción,

  • y una enorme cantidad de improvisación mal disimulada.

No hay un “yo verdadero” esperando salir del clóset.
Hay un proceso, un caos en movimiento.

La frase vende la idea de que ya eres algo y solo tienes que “expresarlo”. Mentira cómoda.
Lo que somos se hace, no se revela.

La trampa psicológica: “ya soy así”

“Sé tú mismo” suele convertirse en la coartada perfecta para no cambiar:

  • “Yo soy así”

  • “Es mi personalidad”

  • “No voy a fingir”

No es autenticidad.
Es pereza existencial.

Si eres cruel y dices “soy así”, no eres auténtico: eres irresponsable.
Si eres ignorante y lo llamas “mi forma de ser”, no eres honesto: estás blindando tu mediocridad.

La frase no libera: anestesia.

“Alguien sabe quién es… y no quiere serlo”

Aquí está la verdad incómoda que nadie imprime en tazas.

Muchas personas sí saben quiénes son, pero:

  • no les gusta,

  • les da miedo,

  • o implica asumir costos.

Saben que son cobardes, pero quieren verse valientes.
Saben que son conformistas, pero se dicen “realistas”.
Saben que viven vidas pequeñas, pero las llaman “tranquilas”.

No es ignorancia.
Es mala fe, como diría Sartre.

¿Soy o estoy siendo?

Esta es la pregunta que destruye la frase completa.

No somos algo fijo.
Estamos siendo.

Cada decisión te construye y te desmiente al mismo tiempo.
Hoy actúas con coraje, mañana con miedo.
Hoy dices la verdad, mañana te escondes.

El “yo” no es una estatua: es una obra en demolición constante.

Por eso “sé tú mismo” falla:
no hay un “tú” previo al acto.

¿Y si no quiero ser quien soy?

Bienvenido al club humano.

No puedes no ser, pero sí puedes:

  • huir,

  • mentirte,

  • o transformarte.

Negarte también es una forma de ser, solo que una forma miserable.
No elegir ya es elegir.
No cambiar ya es una decisión.

Aquí no hay frases bonitas.
Hay responsabilidad.

La versión honesta (y menos vendible)

“sé tú mismo”, sonaría más o menos así:

  • “Deja de mentirte.”

  • “Hazte cargo de lo que eliges.”

  • “Cambia o acepta el precio.”

  • “No te escondas detrás de eslóganes.”

Eso no vende libros de autoayuda.
Pero despierta.

Cierre

“Sé tú mismo” tranquiliza conciencias.
Pero no libera a nadie.

La libertad empieza cuando aceptas que:

  • no hay esencia,

  • no hay yo puro,

  • no hay garantía,

  • solo hay decisiones incómodas.

No eres algo terminado.
Estás siendo.

Y eso da miedo.

“El miedo es la señal de que estás creciendo… o de que estás despertando.”

Y despertar nunca ha sido cómodo.

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