jueves, 31 de agosto de 2023

Sherwin B. Nuland

 Nadie muere de viejo, o al menos así estaría legislado si los estadísticos gobernasen el mundo. Todos los meses de enero, justo cuando la implacable tiranía del invierno ha impuesto su blanco dominio, el gobierno de Estados Unidos publica su Informe preliminar sobre las estadísticas de mortalidad. Ni entre las primeras quince causas de muerte, ni en ningún otro lugar de ese insensible sumario se puede encontrar una relación de los que simplemente se extinguen. Con obsesiva pulcritud, el informe asigna, en sus ordenadas columnas, una categoría clínica específica de alguna patología fatal a todos los octo y nonagenarios. Ni siquiera los pocos cuya edad se registra en tres dígitos escapan a la ordenada nomenclatura de los tabuladores. Por orden no sólo del Ministerio de Sanidad, sino también por el decreto universal de la Organización Mundial de la Salud todo el mundo ha de morir de una causa concreta. En treinta y cinco años de médico en ejercicio nunca he cometido la temeridad de escribir el término «vejez» en un certificado de defunción, porque sé que me devolverían el impreso con una escueta nota de algún funcionario informándome que había vulnerado la ley. En todo el mundo es ilegal morir de viejo. Los estadísticos parecen incapaces de aceptar un fenómeno natural a menos que esté tan bien definido como para encajar limpiamente en una categoría concreta y fácilmente delimitable. El informe anual de los contables federales de decesos es muy ordenado —no muy imaginativo y, en mi opinión, no refleja fielmente la vida real (y la muerte real)—, pero, eso sí, muy ordenado. Estoy convencido de que muchas personas mueren de vejez. Aunque haya anotado cualquier diagnóstico científico en los certificados de defunción oficiales para satisfacer al Departamento de Estadística, yo sé bien de qué han muerto esas personas. En un momento dado, alrededor del 5 por ciento de nuestros ancianos vive en residencias asistenciales. Si han estado allí más de seis meses, la inmensa mayoría nunca abandonará la residencia con vida, excepto quizás por un breve período terminal en un hospital, donde algún joven médico residente rellenará uno de esos certificados de defunción tan pulcros. ¿De qué mueren estos ancianos? Aunque sus médicos registren obedientemente causas diversas, tales como ataque cerebrovascular, o insuficiencia cardíaca, o neumonía, en realidad estos ancianos han muerto porque algo en ellos se ha consumido. Mucho antes del desarrollo de la medicina científica todo el mundo sabía esto. El 5 de julio de 1814, Thomas Jefferson, con setenta y un años, escribía a John Adams, de setenta y ocho: «Nuestras máquinas han estado trabajando setenta u ochenta años, y es de esperar que, con lo gastadas que están, empiecen a fallar, un eje por aquí, un disco por allá, después un piñón o un muelle; y aunque podamos remendarlas por un tiempo, a la larga acabarán parándose».

Rafael Pérez Gay


 

Ha Joon Chang



Medio siglo después de la debacle de Toyota, su marca de lujo, Lexus, se ha convertido en una especie de icono de la globaliza- ción, gracias al libro del periodista estadounidense Thomas Friedman The Lexus and the Olive Tree. Esta obra debe su título a una epifanía que Friedman tuvo en el "tren bala" Shinkansen durante su viaje a Japón en 1992. Había hecho una visita a una fábrica Lexus, la cual le impresionó en grado sumo. 

 Según Friedman, a menos que encajen en una serie concreta de políticas económicas que denomina "el corsé dorado", los países del mundo del olivo no serán capaces de unirse al mundo del Lexus. Al describir el "corse dorado", compendia en buena parte la ortodoxia económica neoliberal de nuestro tiempo: para encajar en él, un país debe privatizar las empresas de propiedad estatal, mantener baja la inflación, reducir el tamaño de la burocracia gubernamental, equilibrar el presupuesto (si no tiene superávit), liberalizar el comercio, desregular la inversión extranjera, desregular los mercados de capitales, hacer convertibles las divisas, reducir la corrupción y privatizar las pensiones.8 Según él, este es el único camino hacia el éxito en la nueva economía global. Su "corsé" es el único equipo adecuado para el duro pero emocionante juego de la globalización. Friedman es categórico: "Desgraciadamente, este corsé dorado es 'de talla única' [...]. No siempre es bonito, suave o cómodo. Pero está ahí y es el único modelo en la percha para esta temporada histórica".9 Sin embargo, la verdad es que si el gobierno japonés hubiera seguido a los economistas del libre comercio a principios de la década de 1960, no habría habido Lexus. En el mejor de los casos, ahora Toyota sería un socio minoritario de algún fabricante de coches occidental, o aun peor, habría desaparecido. Lo mismo habría podido decirse de toda la economía japonesa. Si el país se hubiera puesto el corsé dorado de Friedman antes, Japón habría seguido siendo la fuerza industrial de tercera clase que era en los años sesenta, con su nivel de ingresos en pie de igualdad con Chile, Argentina y Sudáfrica,10 un país cuyo primer ministro fue despachado de un modo insultante como "un vendedor de transistores" por el presidente francés, Charles de Gaulle.; ' En otras palabras, si los japoneses hubieran seguido el consejo de Friedman, ahora no estarían exportando Lexus sino que aún estarían discutiendo sobre quién es el dueño de qué morera (que da de comer a los gusanos de seda).

miércoles, 30 de agosto de 2023

EVA SANDOVAL

 «La mayoría de las visiones que tenemos sobre el peligro no son reales. Muchos jóvenes pasan horas bebiendo alcohol y perdiendo el sentido, pero eso no nos parece tan peligroso como pilotar una moto». De esta conversación en Montevideo quedó una idea clara: nuestros miedos son propios. Dejemos de traspasarlos a los que nos rodean para que puedan vivir sus vidas exactamente como hayan elegido vivirlas. En mi opinión, un verdadero peligro es vivir una vida sin hacer lo que amamos.

 Si un huevo se rompe por una fuerza exterior, la vida se acaba. Si un huevo se rompe por una fuerza interior, entonces la vida empieza. Grandes cosas ocurren en el interior.

Ivan Ferreiro

 


Hay algo sobrenatural en tu manera de bailar

Hay veces, no muchas ni tampoco pocas
Que pienso en ti

Hay algo retorcido desde esta alegre impunidad
Hay noches, proclives a las averías
Que pienso en ti

Hay algo delicado, abandonarse a los demás
Hay noches que como muchas chucherías
Y pienso en ti

Son las miradas, lanzadas a la cara
Que me hacen recordar lo que me estoy perdiendo
Son las palabras, cargadas y agitadas
Que tienen el poder de transformar el tiempo
Desde esta cama

En mi manera de bailar desde esta alegre impunidad
Hay veces, no muchas ni tampoco pocas
Que pienso en ti


martes, 29 de agosto de 2023


 

 Claramente, hemos olvidado nuestra conexión con la naturaleza, sin comprender que sin ella, nosotros no podríamos subsistir. Los que ridiculizan la iniciativa de considerar a los árboles seres vivos,  se están ridiculizando así mismos al estar respirando el oxígeno procedente de un ser vivo, no de un objeto sin vida.

Los árboles son nuestros compañeros. Creciendo cerca de los edificios como ya he señalado, gracias a su efecto en el microclima, contribuyen a reducir hasta un 10%  el consumo energético de calentadores y radiadores, además de dar sombra en verano y ser una pantalla para frenar el viento invernal y las olas de frio y de calor.

Los Japoneses, desde hace milenios, siempre han venerado a los árboles y les ha dado la importancia que se merecen, hasta el punto de ser recomendado como terapia a muchos enfermos o personas estresadas, de darse baños de bosque, que significa el pasear entre árboles, oler sus esencias, escuchar el canto de sus moradores y disfrutar de la tranquilidad y belleza que desprende el caminar por sus senderos. Está demostrado científicamente y ya es aconsejable por parte de algunos médicos occidentales, que en estos baños en el bosque,  la tensión arterial disminuye, se potencia el sistema inmunitario, aumenta el nivel de energía, reduce ansiedad, depresión, ira, estrés y propicia un estado de relajación. Es un verdadero hospital verde del que podemos aprovecharnos. Es por ello que en grandes capitales de Japón, existes bosques señalados para esos baños imprescindibles para reforzar la salud de sus habitantes. Un ejemplo de ello está en los jardines del Shinjuku Gyoen que se encuentra justo en el centro de Tokio.

Uno de los programas de medicina forestal más ambicioso del mundo es el de Corea del Sur. El gobierno ha creado el Centro Nacional de Terapia Forestal, con 37 bosques nacionales de recreo y está formando a quinientos instructores de medicina forestal. El Plan Nacional de Bosques pretende con ello crear un estado de bienestar verde, en el que los bosques aporten felicidad a todo el mundo en todas las fases de su vida. Proteger nuestros bosques urbanos es tan importante como cuidar de nuestras selvas tropicales o bosques de montaña. Los árboles son una parte vital e integral de nuestra vida urbana como ya he señalado.

https://www.fronterad.com/los-arboles-seres-vivos/

Ernesto Sabato


 

Schrödinger

 


lunes, 28 de agosto de 2023

Gustavo Adolfo Bécquer




Las ondas tienen vaga armonía,
las violetas suave olor,
brumas de plata la noche fría,
luz y oro el día,
yo algo mejor;
¡yo tengo Amor!

Aura de aplausos, nube radiosa,
ola de envidia que besa el pie.
Isla de sueños donde reposa
el alma ansiosa.
Dulce embriaguez
¡la Gloria es!

Ascua encendida es el tesoro,
sombra que huye la vanidad.
Todo es mentira: la gloria, el oro,
lo que yo adoro
sólo es verdad:
¡la Libertad!

Así los barqueros pasaban cantando
la eterna canción
y a golpe de remo saltaba la espuma
y heríala el sol.
-¿Te embarcas? gritaban, y yo sonriendo
les dije al pasar:
Yo ya me he embarcado, por señas que aún tengo
la ropa en la playa tendida a secar.

Cristina Peri Rossi


 

w dyer

 


“Malgastar nuestra preciosa energía vital persiguiendo algo que no queremos, y ¡no tener nunca suficiente de lo que perseguimos sin descanso!”. Por suerte, este es un desequilibrio relativamente fácil de corregir, a pesar de lo que nos hayan dicho sobre las dificultades que supone vencer las adicciones. El concepto de combatir y vencer una adicción ya es un mal planteamiento de la cuestión; creo que debemos empezar por eliminar esas palabras de nuestro vocabulario. Martin Luther King, Jr., observó una vez que la única forma de convertir a un enemigo en un amigo es mediante el amor, no el odio o el combate.

domingo, 27 de agosto de 2023

ISAK DINESEN



“Cuando se hubieron acostumbrado a la idea de la poesía, me pedían: Habla otra vez. Habla como lluvia. Por qué sentían que el verso era como la lluvia es algo que no sé. Quizá sea una expresión de aplauso, porque en África la lluvia siempre es deseada y bienvenida.”


Raymond Carver


 

 Quiérenos al destino quiérenos

Déjanos antes de acostarnos

Júntanos al camino júntanos

Otra vez antes de matarnos

Miguel Conejo Torres

sábado, 26 de agosto de 2023

Mohammed Ali


 

Jack london



 También llevé el collar de hierro de los siervos alrededor de mi cuello en parajes helados; amé a princesas de casas reales en la cálida y perfumada noche tropical, donde esclavos negros refrescaban el sofocante aire con abanicos de plumas de pavo real, mientras, desde la lejanía, más allá de las fuentes y de las palmeras, llegaban a mis oídos rugidos de leones y aullidos de chacales. Pasé más de una noche en algún desierto helado, acurrucado, calentando mis manos en las fogatas alimentadas con estiércol de camello; y me quedé tumbado bajo la escasa sombra de arbustos resecos de artemisas junto a charcos evaporados, implorando agua con la lengua seca, mientras a mi alrededor, desmembrados y esparcidos sobre la tierra alcalina, se hallaban los huesos de hombres y animales que habían muerto implorando un poco de agua.

    He sido lobo de mar y aventurero, erudito y asceta. Me he inclinado sobre páginas manuscritas de tomos inmensos y mohosos, en la quietud escolástica de monasterios colgados de los acantilados, mientras más abajo, en las laderas, los campesinos seguían trabajando entre las vides y los olivos hasta mucho después de la caída del sol, cuando traían de los pastos a las cabras balando y al resto del ganado; sí, he guiado a muchedumbres que gritaban desaforadas por el empedrado erosionado de antiguas y olvidadas ciudades; y, con voz solemne y grave como la muerte, he enunciado la ley, expresado la gravedad de la infracción y he condenado a muerte a hombres que, como Darrell Standing en la cárcel de Folsom, habían violado la ley.
    Arriba, en lo alto de los mástiles que se balanceaban sobre las cubiertas de los barcos, he contemplado los destellos del sol en el agua, donde el coral resplandecía desde las abismales profundidades de color turquesa, guiando a los barcos hacia la seguridad de albuferas cristalinas, donde las anclas calaban junto a playas de rocas de coral y a frondosas palmeras sacudidas por el oleaje; y he luchado en antiguos campos de batalla, ya olvidados, cuando el sol caía sobre la incesante matanza, que se prolongaba durante las horas de la noche, bajo la luz de las estrellas, mientras un viento frío soplaba desde las cumbres nevadas, incapaz de enjugar el sudor de la batalla; y también he sido el pequeño Darrell Standing, descalzo por la hierba húmeda de rocío en la granja de Minnesota, o con las manos llenas de sabañones, en las mañanas heladas en las que alimentaba al ganado en los establos rezumantes de vaho, sobrecogido y asustado ante el esplendor y el terror de Dios cuando me sentaba los domingos a escuchar el furibundo sermón de la Nueva Jerusalén y las agonías del fuego eterno.

viernes, 25 de agosto de 2023

 El Tao devenga enormes dividendos una vez que asimilamos que la vida y la muerte —la existencia y la no existencia— son sólo una manifestación más del yin y el yang. A muchos occidentales nos cuesta comprender este concepto porque hemos crecido en una cultura materialista que por defecto enfatiza las «cosas». De ahí que las personas se centren demasiado en asuntos de la existencia mundana —casas, coches, escuelas, ropa, profesiones, impuestos, política y escándalos— y que descuiden los usos de la no existencia. Apreciar la no existencia nos permite existir más plenamente. Y debemos enfrentarnos al vacío para alcanzar esa plenitud. Un bebé aparece cuando se vacía el útero. Una mente serena emerge cuando se vacía el ego. Una vida es dichosa cuando se ha vaciado del miedo a la muerte. Centrándonos en el vacío, apreciamos la plenitud. Desde un punto de vista cósmico, incluso la vida humana más larga, pongamos de un siglo, es un mero parpadeo de conciencia, una luciérnaga que brilla durante un ahora en una eterna sucesión de noches de verano. Para abrazar la idea de que la vida tiene un origen (el Tao) al que un día regresará para manifestarse de nuevo en otras formas hay que darse cuenta de que la existencia y la no existencia están vinculadas. Tu ego será disuelto por la muerte, pero tu energía vital será reciclada y transformada. Mientras que los científicos occidentales necesitaron siglos para descubrir las leyes de conservación que gobiernan a las energías no vivas, los antiguos filósofos chinos e hindúes entendieron que las energías vivas también se conservan.

Borges


 

Joseph Conrad


 

jueves, 24 de agosto de 2023

“La tristehistoria de África es que siempre que se encuentra algo de valor, sus habitantes sufren y mueren en la miseria.”


 

Pita Amor



 Le gusta cómo vengo vestida? Hay que tener agallas para salir a la calle vestida así, ¿eh? Me puede servir coca-cola. Nosotros sabemos que en el Olimpo no se bebe alcohol, el alcohol es para la servidumbre, ¿está usted de acuerdo?

-Si usted lo dice...
-Bien, como estamos de acuerdo podemos seguir. Me agrada esta mecedora, una mecedora son todas las sillas en una silla, desde un trono real hasta una silla eléctrica. Claro, esta mecedora va en otro boleto, es divina... ¿me puedo sentar en ella?
-Por supuesto.
-Gracias, esta mecedora en que me he sentado es única. Cada cosa es única, ¿está de acuerdo?
-Sí, estoy de acuerdo.
-Bien, como seguimos de acuerdo podremos ser amigos. Yo siempre he creído que cada cosa es única... este instante, preciso, exacto, en que conversamos, nunca más volverá a repetirse, ¡aunque nos juntemos infinitas veces! No se repetirá porque yo nunca estaré pensando lo mismo, ni usted... nunca se bebe dos veces agua de un mismo río, ¿está de acuerdo?
-Sí.
-Bien, como ya somos amigos me puede llamar "Pita". Así me llaman mis amigos, ¿no le molesta si dibujo mientras conversamos? Vea usted mi bolso dorado, es dorado porque es mágico, aquí traigo mis cartones y mis lápices de colores... óigame, la vida siempre continúa, ¿no le parece? Todo continúa porque todo termina y cambia, ¿está de acuerdo? ¿Le puedo llamar a usted por su nombre?
-Por supuesto.


 

Buda

Buda y sus discípulos emprendieron un viaje por diversos territorios y ciudades. Un día en que el sol brillaba con todo su esplendor, vieron a lo lejos un lago y se detuvieron, asediados por la sed. Al llegar, Buda se dirigió a su discípulo más joven e impaciente y le dijo:

–Tengo sed. ¿Puedes traerme un poco de agua de ese lago?

El discípulo fue hasta el lago, pero cuando llegó, un carro de bueyes comenzaba a atravesarlo y el agua, poco a poco, se volvía turbia. Ante esto, el discípulo pensó: «No puedo darle al maestro esta agua fangosa para beber», por lo que regresó y le dijo a Buda:

–El agua está muy fangosa. No creo que podamos beberla.

Pasado un tiempo, Buda volvió a pedir al discípulo que fuera hasta el lago y le trajera un poco de agua para beber. El discípulo así lo hizo. Sin embargo, el lago todavía estaba revuelto y el agua perturbada. Regresó y con un tono concluyente dijo a Buda:

–El agua de ese lago no se puede beber, será mejor que caminemos hasta el pueblo para que sus habitantes nos den de beber.

Buda no le respondió, pero tampoco realizó ningún movimiento. Permaneció allí. Al cabo de un tiempo, le pidió al mismo discípulo que regresara al lago y le trajera agua. Éste, como no quería desafiar a su maestro, fue hasta el lago; iba furioso, pues no comprendía porqué tenía que volver, si el agua estaba fangosa y no podía beberse.

Al llegar, observó que el lago había cambiado su apariencia: tenía buen aspecto, lucía calmo y cristalino. Recogió un poco de agua y se la llevó a Buda, quien antes de beberla la miró y le dijo a su discípulo:

–¿Qué has hecho para limpiar el agua?

El discípulo no entendía la pregunta. Él no había hecho nada, era evidente. Entonces, Buda lo miró y le explicó:

–Esperaste y la dejaste ser. De esta manera, el lodo se asentó por sí mismo y ahora tienes agua limpia. ¡Tu mente también es así! Cuando se perturba, sólo tienes que dejarla estar. Dale un poco de tiempo. No seas impaciente. Todo lo contrario: ¡sé paciente! Tu mente encontrará el equilibrio por sí misma. No tienes que hacer ningún esfuerzo para calmarla. Todo pasará si no te aferras.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Fernando PEssoa


 

 Wildcat Kelly, pálida a más no poder Estaba parada junto al sherif Y cuando el sherif dijo «te mandaré a la cárcel» Wildcat levantó la cabeza y gritó Oh, dame tierra, mucha tierra bajo cielos estrellados No me cerques…

Oh, dame tierra, mucha tierra bajo cielos estrellados No me cerques Déjame andar por el ancho campo abierto que amo No me cerques Déjame existir en la brisa del atardecer Y escuchar el rumor de los álamos Dime adiós para siempre, pero te pido, por favor, Que no me cerques. 

Emily Dickinson


 

Porque no pude detenerme ante la muerte,

amablemente ella se detuvo ante mí;
el carruaje solo nos encerraba a nosotros
y a la inmortalidad.

Condujimos lentamente, ella no sabe de apuros;
y por su cortesía debí abandonar mis labores e incluso mis ratos de ocio.

Pasamos por la escuela donde jugaban los niños
Sus lecciones apenas concluidas;
pasamos frente a los campos de pastoreo
y ante el sol que se ponía,

Nos detuvimos ante una casa que parecía
una hinchazón de la tierra;
su techo, solo visible,
su cornisa, apenas un montículo.

Desde entonces han pasado siglos;
pero cada uno parece más corto
que el día en que anuncié por vez primera
que las cabezas de los caballos
apuntaban hacia la eternidad.

martes, 22 de agosto de 2023

Massimo Pigliucci

 Finalmente, uno de los rasgos más atractivos del estoicismo es que los estoicos estaban dispuestos a considerar las objeciones a sus doctrinas y, por tanto, a alterarlas de acuerdo con aquellas. En otras palabras, se trata de una filosofía abierta, dispuesta a incorporar las críticas de otras escuelas (por ejemplo, de los llamados escépticos de la época antigua) así como de los nuevos descubrimientos. Como dice la famosa frase de Séneca: «Los hombres que realizaron estos descubrimientos antes de nosotros no son nuestros amos, sino nuestros guías. La verdad está abierta a todos; aún no ha sido monopolizada. Y queda mucha para que la descubra la posteridad». En un mundo de fundamentalismo y doctrinas inamovibles, resulta refrescante adoptar una visión del mundo que está inherentemente abierta a revisión.

Jodorowsky


 

 «La vida de cada ser humano es el esbozo de un sendero hacia sí mismo.»

 Herman Hesse

 Paul contestó con agudeza: «Si tengo que elegir entre vivir y analizar, elijo vivir cualquier día. Huyo de la enfermedad de la explicación y lo incito a que haga lo mismo. El impulso a explicar es una epidemia del pensamiento moderno cuyos portadores principales son los terapeutas contemporáneos: cada uno de los psiquiatras que he conocido sufren de ese mal que es adictivo y contagioso. La explicación es una ilusión, un espejismo, una construcción, una canción de cuna reconfortante. La explicación no existe. Llamémosla por su nombre: la defensa de un cobarde contra el terror, el tremendo y doloroso terror a la precariedad, a la indiferencia y el azar de la pura existencia»

lunes, 21 de agosto de 2023

Daniel Goleman

 El espíritu creativo ha vuelto a las andadas, en esta oportunidad en una noche fría de 1865. El químico Friedrich Kekulé acaba de descubrir la esquiva estructura de la molécula de benceno, un importantísimo hallazgo para la química orgánica. Kekulé atribuye su descubrimiento —y tendremos que confiar en su palabra— a una visión que experimentó mientras soñaba despierto. El señor Kekulé informó que, después de un largo día de reflexión, estaba relajándose frente al fuego, mientras contemplaba las brasas que volaban en el hogar en esquemas circulares. Dice que entonces cayó en una suerte de ensueño, y que mientras semidormitaba comenzó a ver que las chispas bailaban como formando una serpiente. De pronto formaron un círculo remolineante, como si fueran una serpiente mordiéndose la cola. Kekulé afirma que entonces despertó de golpe con una imagen nueva y precisa de la estructura de una molécula de benceno: ¡un anillo! El enfoque de Kekulé en cuanto a la solución de problemas: Piensa mucho; luego relájate y permítete soñar'.

Matthew White

 En uno de los grandes contrastes de la historia, el pueblo que dio la bienvenida a Colón, los taíno (o arawak) de las Bahamas, era uno de los más amables jamás registrado. En palabras del propio Colón: «Ni llevan ni saben nada de armas, porque les enseñé espadas y las cogieron por la hoja y se cortaron por ignorancia». «Son un pueblo afectuoso, sin codicia, y aptos para cualquier cosa… no hay mejor tierra ni mejor pueblo. Aman a sus vecinos como a sí mismos, y su lengua es la más dulce y amable del mundo, y siempre sonríen .» Naturalmente, lo primero que hizo Colón fue apoderarse de ellos para saquearlos. «Serían magníficos sirvientes», anotó. «Con cincuenta hombres pueden ser sometidos y obligados a hacer lo que se quiera con ellos.» A continuación se dirigió hacia el sur, adentrándose en las Indias Occidentales, preguntando por cualquier trozo de oro que pudiera encontrar a su alrededor. Exploró las islas más grandes, Cuba y La Española, y no halló nada de valor para robar salvo a los nativos. Siempre al acecho de la oportunidad, observó: «Desde aquí, en nombre de la Santa Trinidad, podemos enviar a todos los esclavos que puedan ser vendidos ». Para demostrar su argumento, secuestró a unos pocos nativos para llevárselos a España como muestra. A continuación dejó un pequeño asentamiento en La Española y zarpó de vuelta a España con aquellas maravillosas noticias.

Mo Yan

 


Una vez vino un cuentacuentos a nuestro mercado. Yo me escaqueé de los trabajos que me había asignado mi madre y fui allí en secreto a escuchar los cuentos. Mi madre me criticó por ello. Por la noche, cuando mi madre se disponía a confeccionar las chaquetas de invierno bajo la débil luz de la lámpara de aceite, no pude controlarme y recité los cuentos que había aprendido durante el día. Al principio, ella no tenía ganas de escuchar ni una palabra porque le parecía que ser cuentacuentos no era una profesión normal y que los cuentacuentos eran personas charlatanas y unos farsantes; además, los cuentos que contaban no versaban sobre cosas buenas. No obstante, poco a poco le fueron atrayendo los cuentos que le recitaba. Más adelante, cada vez que se celebraba la feria, mi madre no me asignaba ninguna tarea; me había dado un permiso implícito para ir a escuchar los cuentos. Para recompensar su gratitud y también para presumir de mi buena memoria, le recitaba con todo detalle todos los cuentos que había escuchado durante el día.

Al poco tiempo, no me satisfacía recitarle los cuentos de los cuentacuentos tal cual, así que me inventaba detalles durante mi relato. Con el propósito de que le gustaran a mi madre, creaba unos nuevos párrafos e incluso modificaba el final del cuento. La audiencia no se limitó solo a mi madre, sino que mi hermana, mis tías y mi abuela también formaron parte. Hubo veces en que después de escuchar el cuento, mi madre expresaba sus preocupaciones. Parecía que se estaba dirigiendo a mí pero también podría ser que estuviera hablando consigo misma: “Hijo mío, ¿que vas a hacer en el futuro?, ¿quieres ganarte la vida contando cuentos?”.

Entendí la preocupación que tenía mi madre porque en mi pueblo un chico hablador no estaba bien visto, a veces podía traer problemas, para sí mismo e incluso para la familia. En mi relato 牛 (Toro) el chico que es rechazado por su pueblo por hablar demasiado es parte de la historia de mi pubertad. Madre me recordaba frecuentemente que hablara un poco menos porque esperaba que pudiera ser un chico tranquilo, generoso y callado. Sin embargo, yo había demostrado tener una enorme competencia lingüística y una gran disposición para hablar, lo que resultaba ser tremendamente peligroso. Pero mi capacidad para recitar los cuentos le producían mucha alegría a mi madre. ¡Qué gran dilema tenía ella!

Como dice un refrán chino: Es fácil cambiar de dinastía, es difícil modificar la personalidad y aunque mis padres me habían educado con mucho cuidado, no consiguieron cambiar el hecho de que a mí me gustara hablar. Esto le había dado un sentido irónico a mi nombre Mo Yan que significa “no hables”.

jueves, 17 de agosto de 2023

Miguel de Unamuno



 "Agranda la puerta, padre,

porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar". 



 

 Cuentan que una mujer preocupada porque su nieto comía mucho azúcar fue a ver a Gandhi con el niño y le dijo: —Por favor, maestro, dígale a mi nieto que no coma azúcar. Gandhi le contestó: —Por favor, vuelvan la semana que viene. A la semana siguiente, la mujer y su nieto volvieron. —¿Se acuerda de nosotros? Estuvimos aquí la semana pasada para que le dijera a mi nieto que no comiera azúcar. —Sí, claro —respondió Gandhi, y le dijo al niño—: No comas azúcar. La mujer, sorprendida, le preguntó: —Y ¿por qué no le dijo eso la semana pasada? Gandhi respondió: —La semana pasada, yo comía azúcar.

miércoles, 16 de agosto de 2023


 

GIORGIO NARDONE



 Otro episodio divertido, a la vez que casual, me sucedió precisamente en aquella época. Un día de julio de aquel mismo año se hallaba en mi despacho una señora afectada de trastornos de pánico y agorafobia. Desde hacía algunos años no se atrevía a salir de su casa si no era en compañía de alguien, y tampoco podía quedarse sola en casa sin ser presa del pánico. Como hacía mucho calor, me levanté y fui a abrir la ventana; al apartar la cortina, la barra de la que colgaba se salió del soporte y cayó sobre mi cabeza, golpeándome fuertemente con el extremo puntiagudo. De momento yo quise quitar dramatismo al incidente haciendo algunas bromas sobre el ridículo suceso, y me senté para proseguir la conversación con la señora que, según observé, se había puesto pálida; en ese instante percibí claramente cómo la sangre manaba de mi cabeza. Me levanté, con la intención de seguir tranquilizándola con alguna broma, me dirigí al baño y al mirarme al espejo me di cuenta de la importancia de la herida. En consecuencia, regresé al despacho y le dije que alguien debía llevarme a un servicio de urgencias para que me atendieran debidamente. La paciente se ofreció enseguida y, olvidándose de que hacía años que no conducía a causa de su fobia, condujo mi coche hasta el hospital, donde, olvidándose una vez más de su miedo, asistió impertérrita a toda la actuación de los médicos, incluida la desinfección y sutura de la herida, y desempeñando respecto a mí un papel protector y tranquilizador. Regresamos luego al despacho, y allí el marido, que había llegado mientras tanto para recoger a su mujer, contempló atónito cómo regresaba tranquilamente conduciendo el coche. Más desconcertado se quedó aún al enterarse del comportamiento anterior de su mujer, que, a tenor de los «históricos» problemas de miedo, resultaba no sólo sorprendente sino casi milagroso. Pero las sorpresas del marido no acabaron allí. De hecho, en los días siguientes al episodio narrado la señora empezó a salir sola, conduciendo tranquilamente el coche, y a reanudar gradualmente muchas actividades, que hasta entonces había abandonado a causa del miedo. Sólo fueron necesarias unas cuantas sesiones de gradual y progresiva guía a la exploración y exposición a situaciones consideradas antes espantosas para conducir a la señora a una total superación de la sintomatología fóbica.

Robert Green

 Acepta a la gente como un hecho objetivo. Aunque las interacciones con los demás son la principal fuente de confusión emocional, no tiene por qué ser así. El problema es que los juzgamos a toda hora, deseamos que sean lo que no son. Queremos que cambien. Deseamos que piensen y actúen de cierta manera, muy a menudo como nosotros. Y como esto no es posible, al ser cada persona distinta, nos sentimos desilusionados y molestos. Ve a los demás como fenómenos físicos, tan neutrales como los cometas o las plantas. Simplemente existen. Se presentan en todas las variedades, y eso vuelve la vida rica e interesante. Trabaja con lo que ellos te dan en lugar de resistirte e intentar que cambien. Haz del acto de comprenderlos un juego divertido, como resolver adivinanzas. Todo esto forma parte de la comedia humana. Sí, las personas son irracionales, pero tú también. Vuelve tu aceptación de nuestra naturaleza tan radical como puedas. Esto te tranquilizará y te ayudará a observar a la gente de forma más desapasionada, a entenderla en un nivel más profundo. Dejarás de proyectar tus emociones en los demás. Todo esto te dará más equilibrio y serenidad, más espacio mental para pensar.


martes, 15 de agosto de 2023

Umberto Eco



 "Quien no lee, a los 70 años habrá vivido una sola vida: la propia. Quien lee habrá vivido 5.000 años: estaba cuando Caín mató a Abel, cuando Renzo se casó con Lucía, cuando Leopardi admiraba el infinito... Porque la lectura  es la inmortalidad hacia atrás".




 

 El desconsuelo, cuando llega, no tiene nada que ver con lo que esperamos. No fue eso lo que sentí cuando mis padres murieron; mi padre murió pocos días antes de cumplir ochenta y cinco, y mi madre un mes antes de los noventa y uno; en ambos casos, después de años de progresivo deterioro.

Entonces sentí tristeza, soledad (la soledad del niño abandonado sea cual sea su edad), nostalgia por el tiempo pasado, por las cosas no dichas, por mi incapacidad para compartir o para darme cuenta, al final, del dolor, la impotencia y la humillación física que ambos soportaron.
Comprendí lo inevitable de cada una de estas muertes. Las había esperado, temido, anticipado y me habían sobrecogido toda mi vida. Cuando finalmente ocurrieron, permanecieron alejadas, a cierta distancia del curso de mi vida cotidiana.
Tras la muerte de mi madre, recibí una carta de un amigo de Chicago, un antiguo misionero de Maryknoll, que intuyó acertadamente lo que yo sentía. La muerte de nuestros padres, escribía, «a pesar de lo preparados que estemos, a pesar de la edad que tengamos, remueve cosas muy profundas, provoca reacciones que nos sorprenden y puede liberar recuerdos y sentimientos que habíamos creído enterrados hace mucho tiempo. En ese período indefinido que llamamos duelo, podríamos estar en un submarino, silencioso en el fondo del océano, conscientes de las cargas de profundidad, tan pronto cerca como lejos, golpeándonos con recuerdos».
Mi padre había muerto, mi madre había muerto;
durante un tiempo tendría que ir con pies de plomo, pero aun así podía levantarme por la mañana y enviar la ropa a la lavandería.
Aun así podía preparar un menú para la comida de Pascua.
Aun así me acordaba de renovar el pasaporte.
El desconsuelo es diferente. El desconsuelo no tiene distancia. El desconsuelo llega en oleadas, en acometidas, en repentinos arrebatos que debilitan las rodillas, ciegan los ojos y borran la cotidianidad de la vida. Virtualmente todos los que han experimentado el desconsuelo mencionan este fenómeno de las «oleadas». Eric Lindemann, jefe de Psiquiatría del Hospital General de Massachusetts en los años cuarenta, que entrevistó a muchos familiares de los muertos en el incendio que se produjo en 1942 en el club Cocoanut Grove, definió el fenómeno con absoluta precisión en un famoso estudio de 1944: «Sensaciones de angustia somática se sucedían en oleadas que duraban de veinte minutos a una hora, una sensación de opresión en la garganta, asfixia por falta de aliento, necesidad de suspirar y sensación de vacío en el abdomen, falta de fuerza muscular y una intensa angustia descrita como tensión o dolor espiritual».
Opresión en la garganta.
Asfixia, necesidad de suspirar.

lunes, 14 de agosto de 2023

Séneca


 

 Si una cosa indica las anteriores demostraciones, es que el mundo interno de las personas está conectado con el mundo externo, conformando un todo interdependiente, un universo en vibración que los antiguos maestros védicos enseñaban como Nada Brahma. El campo vibratorio es inherente a todas las investigaciones espirituales verdaderas, así como las investigaciones científicas. Es el mismo campo de energía observado por santos, budas, yoguis, místicos, chamanes, sacerdotes y videntes en su interior. Esta antigua sabiduría ha sido olvidada por nuestra sociedad moderna por haber incursionado con el pensamiento en el mundo exterior de la forma en vez de profundizar en el mundo interior mediante la meditación. “El camino intermedio” de Buda, el “Justo medio” de Aristóteles y el “Tao” de las filosofías orientales, todos ellos invitan a buscar el correcto equilibrio entre nuestro mundo externo e interno. En vez de ello, como se ha visto en el prólogo, la postmodernidad ha fragmentado el ego de las personas, disociándolas de la colectividad y provocando enfermedades sociales jamás vistas en la historia de la humanidad. ¿Hacia dónde se encamina nuestra civilización? ¿Han quedado obsoletas ciertas creencias? 


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