viernes, 19 de diciembre de 2025

 ¿Han notado que últimamente todo el mundo es “espiritual”?

No religioso, no comprometido, no incómodo. Espiritual.
¡Qué conveniente!
Es como decir “me importa el alma… pero no tanto como para levantarme temprano o dejar de consumir como cerdo capitalista”.

Sí, la nueva espiritualidad es genial: no tienes que leer, no tienes que pensar, no tienes que cambiar nada.
Solo necesitas una vela aromática, una aplicación de meditación y una frase hueca tipo:

> "El universo tiene un plan para mí."
¡Sí! Y también tiene uno para las cucarachas. ¡No te emociones tanto!

¿Y qué carajos pasó con la espiritualidad que dolía?
¿Con la que te hacía mirar tu ego de frente y decir “soy parte del problema”?
Ahora la gente se va a “retiros espirituales”…
¡donde lo más espiritual que hacen es dejar el Wi-Fi 48 horas!

¿Dónde quedó la espiritualidad que te conecta con el dolor del mundo?
Ahora es puro "me estoy sanando",
"mi energía está vibrando alto"...
Claro, mientras le pagas a una gurú blanca que te cobra 200 dólares por enseñarte a respirar.

Ojo: no estoy en contra de que la gente medite. Meditar es bueno.
Pero si tu meditación no te hace cuestionar por qué hay niños trabajando para que tú tengas cacao orgánico, entonces no estás meditando: estás evadiendo.

Porque lo verdaderamente espiritual no da likes, no vende en Amazon, no te hace ver cool en una historia de Instagram.
Lo espiritual de verdad te arrastra al lodo del mundo, te obliga a mirar a los ojos al dolor ajeno y te pregunta:

> “¿Y tú qué estás haciendo al respecto, iluminado de cartón?”

La espiritualidad moderna es como la Coca Light del alma.
Parece profunda, pero no nutre un carajo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

Buscar este blog