Esta es de las preguntas más importantes de la psicología moderna y de la vida cotidiana.
1. ¿Por qué seguimos pensando que somos racionales aunque no lo somos?
Porque la sensación de racionalidad es una ilusión necesaria.
El cerebro no soporta vivir en incertidumbre permanente. Entonces inventa una narrativa donde tú eres un agente coherente, lógico, que controla su vida. Esto da estabilidad:
- Mantiene tu identidad (“yo soy el tipo de persona que piensa bien”).
- Reduce ansiedad (creer que tienes buenas razones te tranquiliza).
- Facilita decisiones rápidas sin quedarte paralizado en cada elección.
Pero la evidencia de la psicología cognitiva (Kahneman, Tversky, Ariely, Nisbett, Haidt) muestra que:
- Tomamos decisiones emocionales.
- Luego inventamos argumentos “racionales” para justificarlas.
- Y encima creemos sinceramente esos argumentos.
Somos abogados defendiendo nuestras emociones, no jueces imparciales.
2. ¿Qué pasaría si aceptamos de verdad que no somos racionales?
Aquí está lo bueno. Lejos de debilitarnos, aceptar la irracionalidad nos hace más lúcidos y más libres.
A) Te vuelve más humilde y menos terco
Sabes que tu primera intuición puede ser una trampa.
No te casas con tus ideas, las revisas.
B) Te protege de manipulaciones
La publicidad, la política y las redes viven de nuestras irracionalidades.
Si sabes dónde están tus sesgos, te vuelves más difícil de manipular.
Ejemplos:
- No compras por impulso.
- No te dejas llevar por propaganda del miedo o del odio.
- No votas solo por emociones momentáneas.
C) Te permite tomar mejores decisiones
Cuando sabes que eres irracional, montas estrategias para compensarlo:
- Esperar 24 horas antes de una compra.
- Desconfiar de decisiones tomadas con enojo, miedo o euforia.
- Consultar a alguien más antes de una decisión grande.
D) Te hace más compasivo
Si entiendes que tú actúas por emociones y sesgos, también entiendes mejor a los demás.
Baja el juicio moral simplón (“es un idiota”, “es un flojo”, “es un incongruente”) y sube la empatía.
E) Baja la culpa innecesaria
Muchos sufrimientos vienen de exigirnos “ser perfectamente racionales”.
Aceptar tu naturaleza humana te libera.
3. ¿En qué nos ayuda saberlo en la vida diaria?
Muchísimo. Te dejo tres herramientas simples y brutales:
1. La regla de enfriamiento
Antes de responder una situación emocional, espera una hora.
El 90% de las cosas dejan de ser un problema real.
2. La regla del abogado contrario
Toma tu decisión preferida y pregúntate:
“¿Qué evidencia existe de que estoy equivocado?”
Eso reduce el sesgo de confirmación.
3. La regla del espectador
Imagínate que le das un consejo a un amigo.
El cerebro es más racional cuando piensa en otros que en sí mismo.
4. La paradoja final
Aceptar que no somos racionales es el acto más racional que podemos hacer.
Nos da una posición más estable, más madura y más resistente ante la realidad.
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