martes, 30 de diciembre de 2025

 Viajar no vacuna contra la ignorancia. 

Solo cambia el fondo de pantalla.


Hay quien ha dado la vuelta al mundo
y sigue viviendo en un cuarto mental sin ventanas.
Sellos en el pasaporte, cero mudanzas interiores.

Una persona culta viaja, sí…
pero sobre todo se deja viajar por las ideas.
Puede no haber salido nunca de su barrio
y aun así haber recorrido siglos, lenguas, conflictos, sueños.

El turista colecciona fotos.
La persona culta colecciona preguntas.
Uno dice “yo estuve ahí”.
La otra se pregunta “¿por qué esto es así?”.

Viajar suma cuando desarma prejuicios,
cuando te hace pequeño, curioso, atento.
Si vuelves creyéndote superior,
no viajaste: solo te desplazaste.

Así que no,
la cultura no depende de millas aéreas
sino de kilómetros mentales.

Hay gente que cruza océanos
y nunca sale de sí misma.
Y hay quien, sentado leyendo,
cruza el mundo sin hacer fila en migración. 

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