Evelyn Ryan vivía en Defiance, Ohio, a mediados del siglo XX. Nunca aprendió a conducir y nunca trabajó fuera de su casa después de que comenzó a tene rhijos. Vivía en un tiempo en el cual se esperab que una madre se quedara en casa, lo cual podría no ser un problema, con la excepción de que la familia carecía desesperadamente de dinero, pues tenía diez hijos! Y su esposo, Kelly, solo ganaba un escaso sustento trabajando en un taller. Para empeorar la situación, Kelly era un alcohólico, quien cada semana se bebía cerca de un tercio de su paga.
Lo más probable es que cualquiera que viera pasara Evelyn Ryan porla calle no la hubiera identificado como una impresionante pensadora estratégica; sin embargo, lo era. Debía encontrar un modo de criar a sus diez hijos, cuidar de su casa y traer suficiente dinero extra para que la familia sobreviviera.
Evelyn vivía en un tiempo en el cual los fabricantes de productos patrocinaban concursos con frecuencia; en ese entonces yo estaba creciendo, así que recuerdo esos anuncios de radio y televisión que invitaban a las personas a escribir en veinticinco palabras porqué les gustaba el detergente "Tide" o que les pedían completar una melodía publicitaria para "Dr. Pepper ". La publicidad actual depende en gran medida de las imágenes dramáticas, pero en las décadas de los cuarenta y cincuenta, dependía de los eslóganes. No era posible conducir dentro del país sin cruzar cerca de una serie de carteles astutos que anunciaran "Burma Shave". Los fabricantes de productos patrocinaban concursos continuamente, que prometían premios o recompensas en efectivo.
Evelyn tenía una habilidad natural con las palabras,la cual cultivó al trabajar para el diario local antes de casarse, así que tenía un plan lógico. Ya que no podía salir a trabajar para ganar dinero extra(puede imaginar lo que habría costa do una guardería para diez niños o si si quiera hubiera estado disponi ble), ganó dinero y enseres que la familia necesitaba al entrar en los concursos.
La habilidad para escribir cientos de poemas, canciones publicitarias y párrafos promocionales al mismo tiempo que administraba, alimentaba y lavaba para una familia de doce, requería de una gran estrategia. Evelyn era apta para la tarea; primero, tenía sistemas elaborados para encontrar y guarda r formas de entrada a los concursos y pruebas de compra, tales como tapas de cajas y etiquetas de latas. Segundo, debía escribir mientras trabajaba, así que cada año compraba un cuaderno nuevo de espiral el cual usaba para capturar sus pensamientos y cualquier información necesaria para llevar la cuenta de los muchos concursos a los cuales entraba. Su siguiente reto fue saber cuándo escribir. Mantenía su cuaderno abierto y cerca de ella mientras trabajaba en la casa, pero se dio cuenta de que el mejor tiempo para escribir era mientras planchaba.
Evelyn no restringió su pensamiento estratégico a la logística de escribir, sino que también elegía qué escribi r de manera estratégica. Escogía con mucho cuidado las palabras para cualquier concurso. Su hija, Terry, recuerda cómo Evelyn enfrentaba la labor:
Como ella siempre decía, concursar requería demás que recolectar tapas de cajas y ser ingenioso, pues se debía considerar la forma(algunos concursos necesitaban del uso de palabras específicas o daban puntos por el uso de palabras relacionadas con el producto en las participaciones), el enfoque al producto(estaba dirigido a las familias, a hombres jóvenes o niños) y a los jueces. La agencia de publicidad contratada para juzgar el concurso siempre era para los participantes una consideración más importante que el patrocinador o el producto. Cada agencia tenía su preferencia hacia la rima o la prosa, hacia el material humorístico o en serio
Evelyn aprendió lo que gustaba y lo que no gustaba a cada agencia de publicidad que administraba los concursos, y su estrategia le sirvió bien. A través de los años ganó varias lavadoras y secadoras para su gran familia, docenas de otros aparatos grandes y pequeños, dos automóviles último modelo (los cuales vendió), cientos de pequeños premios en efectivo y dos grandes premios de cinco mil y tres mil quinientos dólares. Usó el primer gran premio en efectivo como enganche de una casa para que la familia pudiera mudarse de la vivienda alquilada de dos alcobas en la cual vivían. Usó el otro premio para liquidar una hipoteca que su esposo había obtenido en secreto (ella no se enteró sino hasta treinta días antes de que expirara).
Cuando fallar no es una opción, nada le sirve más a una persona que el pensamiento estratégico. Evelyn Ryan habría estado contenta de escribir un poema esporádico y enviarlo al periódico local, pero necesitaba hacer algo para que su familia sobreviviera. Su hija comentó: "Un esposo y un padre como mi padre nunca cambiaría; la única esperanza de la cual dependía nuestra familia era de la manera en que ella podía cambiar, y criar hijos sanos y además felices". Evelyn tuvo éxito, pues no solo mantuvo a flote a su familia, sino que los ayudó a ser exitosos. Siete de sus hijos se graduaron de la universidad, uno obtuvo un doctorado y otro un título en leyes.
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