martes, 25 de agosto de 2020

Álvaro Neil

Si tú tienes un vaso de agua que está casi a punto de rebosar y le echas una gota… Sabéis eso de que la gota que derrama el vaso, ¿verdad? Cuando se desparrama el agua por la mesa, vete a buscar la gota culpable. No la encuentras. Entonces, en mi vida, hubo muchos hechos pequeñitos que se fueron juntando hasta que un día dije: «Me voy». Pero fue la intuición la que me dijo «Vete». Y fue una lucha interna que hubo. Hubo como un combate de boxeo dentro de mi cabeza entre la conciencia y la intuición. Y esto ocurría de la siguiente manera. La intuición decía: «Álvaro, tío, vete a dar la vuelta al mundo, es que lo llevas dentro». Y entonces la conciencia salía y decía: «¡Ja, qué lista eres! ¿Y cuando vuelva de qué va a vivir? ¿Y dónde va a vivir? No tiene pensión, no tiene jubilación. ¿Cómo va a hacer eso?». La intuición se callaba… Y a los dos meses volvía el combate de boxeo en mi cabeza. «¡Álvaro, vete! ¡Cobarde!». Y la conciencia: «Sí, cobarde. Pero cuando vuelva, ¿de qué va a vivir? Así que un día intervine y dije: «Vamos a ver, chicas, un momento. ¿Quién es el director de esta obra de teatro?». Y me dijeron: «Tú». «Ah. Vale, pues despedido». Y contraté a otro, que era yo mismo pero reencarnado, ¿verdad? Y dije: «¡Tú te callas!», le dije a la conciencia. «Voy a darle un voto de confianza a la intuición y voy a intentarlo». Porque las cosas hay que intentarlas. Si no lo intentas, nunca sabrás. El fracaso no es conseguir un diez en el colegio. El fracaso es no intentarlo. Yo no fracasé opositando a notarías. ¿Sabéis por qué? Porque lo di todo, no me quedó nada, me entregué en cuerpo y alma. No lo conseguí. No importa, pero estoy satisfecho. Cuando haces todo, nadie te puede pedir más.
Y al volver, yo pensé que iba a encontrar respuesta a esas preguntas de la conciencia: ¿Dónde vas a vivir? ¿De qué vas a vivir? Y ocurrió algo mágico, mucho mejor. Cuando volví, no había preguntas. La conciencia se había esfumado, se cansó de gritar. Y el destino me puso delante una posibilidad de comprar una autocaravana y ahí está. Y voy viviendo día por día. Yo no sé dónde duermo mañana. Soy un nómada. En realidad, todos los sois, porque todos estamos de paso en esta vida. La vida es un viaje. Gracias a que existe la muerte, la gente cumple sus sueños. Porque si no los postergaríamos: «Bueno, ya lo haré». ¡No! ¡Lo tienes que hacer ya! Acordaros de la tapa de los yogures: no se sabe cuándo va a ocurrir. Lo único que tenéis que hacer es prepararos y saber distinguir si eso que tenéis dentro es un sueño o es un mero deseo. Yo digo que las decisiones de este tipo se toman a los 33 años. Has estudiado, has visto la vida, e incluso has trabajado, y ahí la vida te dice: «¿Qué quieres hacer con tu vida? ¿Cuál es tu misión en la vida?». Todos vosotros, todos tenéis una misión en la vida. Aún no lo sabéis. El reto es descubrirla. Y el día que la descubráis, id a por ella. Vale la pena vivir la vida si cumples tu misión. Y yo ahora lo he hecho.

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