Al mando del fiscal del condado de Cook, Edward Hanrahan, y como parte de una operación del Programa de Contrainteligencia del FBI (COINTELPRO por las siglas en inglés), unos policías de Chicago irrumpieron en el apartamento de Fred Hampton, el presidente de la rama del Partido Pantera Negra de Illinois. Armados de escopetas, revólveres y una ametralladora calibre .45, y con un plano del apartamento facilitado por un soplón, los policías mataron a Mark Clark e hirieron gravemente a otros cuatro Panteras. A balazos abrieron paso por el apartamento y entraron a la habitación de Fred Hampton. Estaba dormido, drogado anteriormente esa noche por un soplón del FBI. Los policías, parados alrededor de Hampton mientras yacía en la cama, le pegaron a quemarropa dos balas en el cerebro. Después de este asesino asalto —en que los policías dispararon casi 100 balas en la casa sin ningún herido por su parte—, Hanrahan mintió descaradamente de que la policía estaba bajo un intenso fuego de los Panteras.
Entre los miles y miles de incidentes que demuestran por qué el Partido Pantera Negra tildó correctamente de “puercos” a los policías, hay muy pocos que tengan el nivel de salvajismo y mentiras que el del asesinato de Fred Hampton.
Los medios participaron y difundieron esas mentiras de las autoridades como si fueran la verdad y nada más que la verdad. Pero los Panteras en Chicago —aún conmocionados y de luto por la terrible pérdida de su líder principal y con muchos de sus miembros claves en la cárcel— se negaron a rendirse. Al contrario, acudieron al pueblo y montaron una desafiante contraofensiva política. Los Panteras organizaron “giras populares” por el apartamento. Miles asistieron, primero de los ghettos y luego de otros lugares. Invitaron a equipos de filmación y a periodistas. La gente lo vio con sus propios ojos. Y de la evidencia no hubo duda alguna: todos los agujeros de las balas mostraron que éstas entraron desde afuera. Resulta que la famosa foto proporcionada por las autoridades e impresa en el Chicago Tribune en aquel momento, una foto de una puerta supuestamente acribillada de balas provenientes de los Panteras, era una puerta con agujeros de clavos.
Hasta los comentaristas establecidos se sintieron obligados a hablar de ello. Hanrahan había dicho que era solamente por “la gracia de Dios” que sus hombres salieron casi ilesos con sólo unos rasguños. Mike Royko, entonces columnista del Chicago Daily News —y para nada un partidario de los Panteras— reaccionó así: “De hecho sí parece que ocurrieron milagros. Debía ser que las balas de los Panteras se disolvieron en el aire antes de tocarle a nadie ni nada. O ocurrió eso o los Panteras estaban disparando en la dirección equivocada — a saber, a sí mismos” (citado en The Assassination of Fred Hampton: How the FBI and the Chicago Police Murdered a Black Panther [El asesinato de Fred Hampton: Cómo el FBI y la policía de Chicago asesinaron a un Pantera Negra], p. 102, de Jeffrey Haas, Lawrence Hill Books).
Fred Hampton, de 21 años, era un líder de los Panteras que inspiró a toda clase de gente a unirse con la revolución. Como dice Bob Avakian en su autobiografía, “Fred Hampton influenció a muchas personas por todo el país y por eso éstas dieron un salto en su dedicación revolucionaria — la manera en que, antes de que lo mataran, dijo audazmente: ‘Puedes matar a un revolucionario, pero no puedes matar la revolución’” (From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist, Insight Press).
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