Dickens soñó que estaba en una habitación donde todo el mundo iba
vestido de color escarlata. Tropezó con una mujer que estaba de
espaldas a él. Mientras se disculpaba, ella volvió la cabeza y dijo muy
tranquilamente: «Me llamo Napier».
El no conocía a nadie llamado Napier y su cara le era desconocida.
Dos días después, antes de una lectura, una amiga suya entró en la
sala de espera acompañada de una mujer desconocida que vestía una
capa de ópera escarlata, «que», le dijo su amiga, «está decidida a ser
presentada». «¿No será la señorita Napier?», preguntó él en broma.
«Sí, la señorita Napier.» Aunque la cara de la persona de su sueño no
era la de la señorita Napier, la coincidencia de la capa escarlata y del
nombre fue impresionante.
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