Para Freud, la libido era una energía puramente sexual, mientras que para su aventajado discípulo era mucho más, el interés que despierta el sujeto hacia diversos objetos, la energía que explica la dinámica del funcionamiento de la psique. Además, mientras que para Freud el inconsciente tenía un cariz negativo, siendo el lugar de la mente donde se acumulan todos los escombros de nuestra consciencia -esto es, los traumas, los deseos reprimidos, las fobias, etc.-, para Jung, de nuevo, el inconsciente era mucho más y no necesariamente negativo. El inconsciente, para Jung, es también una fuente casi inagotable de saber y creatividad, un cajón de sastre con una cantidad de información casi disparatada, en la que el buen observador puede lograr extraer datos valiosísimos.
El método extremadamente racional de Freud tampoco era compartido por Jung, que consideraba que, de esa manera “cientificista”, se dejaban de lado aspectos y fenómenos que eran importantes a pesar de que no pudieran ser demostrados por la ciencia. De esta manera, Jung desarrolló la intuición como función dominante, mientras que para Freud lo era la sensación. El primero rechazaba la tendencia aceptada entre los psicoterapeutas de tipificar y rotular a los pacientes, pues opinaba que cada uno era distinto, y su enfermedad mental, única según cada caso concreto. Para Jung la terapia no empezaba y acababa en la observación de lo que estaba mal, sino que era también necesario prestar atención a lo que estaba bien y, a partir de ahí, empezar a trabajar.
La ruptura y el despertarLa ruptura no tardaría en suceder, haciéndose definitiva en 1913, cuando Freud, en una carta, le propone “que abandonemos nuestras relaciones personales enteramente”.
Jung quedó destrozado, abandonando su puesto en la Universidad de Zúrich y sufriendo un colapso nervioso que se había gestado durante meses durante el período de tensión con quien fuera se maestro y amigo.
En 1913, a raíz de sus discrepancias, Freud toma la decisión de romper, en una carta, todo contacto con Jung
Empezará entonces un periodo de oscuridad en la vida de Jung que, sin embargo, será el momento de su renacimiento como ente autónomo y original dentro del mundo de la psiquiatría. Hasta 1919 no publicaría apenas, dedicando su tiempo a su clínica privada y a autoanalizarse a sí mismo en la intimidad de la soledad. De ahí surgirían las tesis más originales que aglutinarán lo que más tarde será conocida como Psicología analítica, por la que Jung acabaría pasando a la historia no sólo como discípulo de Freud, sino también por derecho propio.
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