¿Cómo podría liberarse el mundo del terrible dilema del conflicto, por un
lado, y la disolución psicológica y social, por otro? Esta fue la respuesta:
mediante la elevación y el desarrollo del individuo, así como por la voluntad
generalizada de asumir la carga que es el Ser y elegir el camino heroico. Todos
tenemos que asumir la máxima responsabilidad posible a nivel individual, de la
sociedad y del mundo. Todos tenemos que decir la verdad, arreglar lo que está
deteriorado y destruir y recrear lo que se ha quedado desfasado. Es así como
podemos y debemos reducir el sufrimiento que envenena el mundo. Eso es pedir
mucho. Es pedirlo todo. Pero la alternativa —el horror de la creencia autoritaria,
el caos del Estado en ruinas, la trágica catástrofe de un mundo natural
desenfrenado, la angustia existencial y la debilidad del individuo desorientado—
es claramente peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario