viernes, 16 de abril de 2021

 


Entonces, ¿cómo decidimos lo que es correcto y lo que es incorrecto? No importa cómo respondamos a esta pregunta, existe un acuerdo sobre qué consideramos en realidad correcto e incorrecto: un consenso que, de forma sorprendente, prevalece extensamente. El consentimiento no tiene una conexión obvia con la religión. Sin embargo, se extiende hacia la mayoría de las personas religiosas, tanto si piensan como si no que su moral proviene de las Escrituras. Con notables excepciones, tales como los talibanes afganos y sus equivalentes cristianos americanos, la mayoría de la gente coincide verbalmente en el mismo amplio consenso liberal de principios éticos. La mayoría de nosotros no origina sufrimiento sin necesidad; creemos en la libertad de expresión y la protegemos incluso cuando estamos en desacuerdo con lo que se está diciendo; pagamos nuestros impuestos; no engañamos, no matamos, no cometemos incesto, no hacemos a los demás cosas que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros. Algunos de esos buenos principios pueden encontrarse en los libros sagrados, aunque sepultados junto con muchos otros que las personas decentes no desearían seguir: y los libros sagrados no proporcionan regla alguna para diferenciar los buenos principios de los malos.
    Una forma de expresar esa ética nuestra consensuada es gracias a los «Nuevos Diez Mandamientos». Diversos individuos e instituciones lo han intentado. Lo que es significativo es que tienden a producir resultados bastante similares unos de otros, y que lo que producen es característico de los tiempos en los que les ha tocado vivir. Los siguientes son un conjunto de «Nuevos Diez Mandamientos» actuales, que he encontrado en un sitio web ateo  :
     
    • No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti.
    • En todo, esfuérzate por no causar daño.
    • Trata a los seres humanos, a los seres vivos y al mundo en general con amor, honestidad, fidelidad y respeto.
    • No pases por alto la maldad ni te acobardes al administrar justicia, pero disponte siempre a perdonar el mal hecho libremente admitido y honestamente arrepentido.
    • Vive con un sentido de alegría y admiración.
    • Busca siempre aprender algo nuevo.
    • Prueba todas las cosas; revisa siempre tus ideas frente a los hechos y prepárate para descartar incluso una creencia muy apreciada si no está conforme a ellos.
    • Nunca busques censurar o interrumpir una disensión; respeta siempre el derecho de los demás a estar en desacuerdo contigo.
    • Fórmate opiniones independientes en la base de tu propia razón y experiencia; no te permitas ser manejado a ciegas por otros.
    • Cuestiónalo todo.
     
    Esta pequeña colección no es el trabajo de un gran sabio, o profeta o profesional de la ética. Simplemente es una página web normal que intenta de forma simpática resumir los principios de la buena vida de hoy, en comparación con los Diez Mandamientos bíblicos. Fue la primera lista que encontré al escribir «Nuevos Diez Mandamientos» en un buscador y, deliberadamente, no busqué ninguna otra. Toda mi idea es que este es el tipo de lista que cualquier persona normal y decente habría hecho. No todo el mundo elegiría esta misma lista de diez. El filósofo John Rawls habría incluido algo como esto: «Concibe siempre tus reglas como si no supieras si estás al principio o al final del orden jerárquico». Un presunto sistema de los inuit  para compartir la comida es un ejemplo práctico del principio de Rawls: el individuo que corta la comida es quien se queda con el último trozo.
    En mis propios Diez Mandamientos reformados habría elegido alguno de los anteriores, aunque también habría intentado encontrar un sitio para, entre otros:
     
    • Disfruta de tu propia vida sexual (en tanto no hagas daño a nadie) y deja a los demás que disfruten la suya en privado, sean cuales sean sus inclinaciones, que, en ningún caso, son asunto tuyo.
    • No discrimines ni oprimas a nadie en función de su sexo, raza o (hasta donde sea posible) especie.
    • No adoctrines a tus hijos. Enséñales cómo pensar por sí mismos, cómo evaluar evidencias y cómo estar en desacuerdo contigo.
    • Valora el futuro en una escala temporal más larga que la tuya propia.
     
    No importan esas pequeñas diferencias de prioridad. La idea es que hemos avanzado en gran medida desde los tiempos bíblicos. La esclavitud, que se daba por supuesta en la Biblia y durante la mayor parte de la historia, fue abolida en los países civilizados en el siglo XIX . Todas las naciones civilizadas aceptan ahora lo que hasta la década de 1920 estuvo ampliamente rechazado: que el voto de una mujer, en unas elecciones o en un jurado, es igual al de un hombre. En las ilustradas sociedades actuales (una categoría que manifiestamente no incluye, por ejemplo, a Arabia Saudí) nunca se considera a una mujer como una propiedad, como claramente se la consideraba en tiempos bíblicos. Cualquier sistema legal moderno habría perseguido a Abraham por abuso infantil. Y si él hubiera llevado a cabo realmente su plan de sacrificar a Isaac, le habríamos condenado por homicidio en primer grado. Aunque, según las mores  de su tiempo, su conducta era enteramente admirable: obedecer el mandamiento de Dios. Religiosos o no, todos hemos cambiado masivamente nuestra actitud hacia lo que es correcto y lo que es incorrecto.

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