sábado, 17 de agosto de 2024

 Voy a comenzar por los dos libros que salvaría si tuviera que salvar. Uno es El hombre en busca de sentido, del doctor Viktor Frankl, una obra extraordinaria de este psicólogo, neurólogo, psiquiatra, psicoanalista vienés que sobrevivió al campo de exterminio de Auschwitz y otros campos. Es un libro que hay que leer. Y otra que tiene un título similar que la escribió un autor francés que se llama Jean Giono es una obra breve, una novela breve maravillosa, deliciosa que se titula El hombre que plantaba árboles, que es la historia de un pastor que se dedica a plantar árboles en la Provenza sin que nadie lo sepa, y las autoridades acaban llamando a eso «el bosque milagroso», sin saber que había sido un hombre que cada día plantaba cientos de semillas de árboles. Está basada en una historia real, la historia de Johnny Appleseed, que plantó miles de manzanos y de árboles en Estados Unidos para que las personas que avanzaban colonizando tuvieran algo que comer. El primero, por un ejercicio, El hombre en busca de sentido, un ejercicio de consciencia extraordinario y de amor; y el segundo por el ejercicio de generosidad que supone sembrar, legar y retirarse en discreción. Yo creo que no somos conscientes de la enorme riqueza que nos aportan los libros.

Alex Rovira

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