Epicteto lleva el consejo de Séneca de la meditación al acostarse un paso más allá: sugiere que mientras realizamos nuestras tareas cotidianas, hemos de desempeñar simultáneamente los papeles de participante y espectador. En otras palabras, deberíamos crear en nuestro interior un observador estoico que contempla y comenta nuestros intentos de practicar el estoicismo. En un tono similar, Marco Aurelio recomienda examinar todos nuestros actos, determinar los motivos que nos impulsan a realizarlos y considerar el valor de lo que nos esforzamos en llevar a término. Deberíamos preguntarnos constantemente si nos gobierna la razón u otra cosa. Y cuando determinamos que no estamos gobernados por la razón, deberíamos preguntarnos qué nos gobierna. ¿Un espíritu infantil? ¿Un tirano? ¿Un buey terco? ¿Una bestia salvaje? También deberíamos ser atentos observadores de los actos de otras personas.
William Irvine
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