— Me llamo Jean Valjean. Soy presidiario. He pasado diecinueve años en la cárcel. Estoy libre desde hace cuatro días y me dirijo a Pontarlier, que es mi destino. Hace cuatro días que estoy en marcha desde Tolón. Hoy he hecho doce leguas a pie. Esta noche, al llegar a esta ciudad, he entrado en una posada y me han despedido a causa de mi pasaporte amarillo, que había presentado en la alcaldía. Era preciso que así lo hiciese. He estado en otra posada, y me han dicho ¡vete! Lo mismo en la una que en la otra. Nadie quiere saber nada de mí. He estado en la prisión y el carcelero no me ha abierto. He estado en la guarida de un perro, que me ha mordido y me ha arrojado de allí, como si fuera un hombre. Hubiérase dicho que sabía quién era yo. Me he ido al campo, para dormir al raso; pero ni aun esto me ha sido posible. He creído que iba a llover y que no habría un buen Dios que impidiera la lluvia, y he vuelto a la ciudad, para buscar en ella el quicio de una puerta.
Victor Hugo
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