martes, 27 de agosto de 2024

 A demás de valorar la fama, la gente suele apreciar la riqueza. Ambos valores pueden parecer independientes, pero es posible que la razón principal por la que buscamos riqueza es que buscamos fama. [1] Más exactamente, buscamos la riqueza porque advertimos que los bienes materiales que nuestra riqueza puede comprar nos granjearán la admiración de otras personas y por lo tanto nos atribuirán un cierto grado de fama. Pero si no merece la pena perseguir la fama, y si nuestra principal razón para buscar la riqueza es conquistar la celebridad, entonces tampoco merece la pena perseguir la riqueza. Y según los estoicos, no la merece.

 En su Consolación a Helvia , por ejemplo, Séneca recuerda la fragilidad de nuestro cuerpo y plantea esta pregunta: «¿No es acaso locura y la demencia más salvaje desear tanto cuando podemos sostener tan poco?». Por otra parte, afirma, es ridículo «pensar que la cantidad de dinero y no el estado de la mente es lo que importa». [2] Musonio está de acuerdo con estas palabras. La posesión de la riqueza, observa, no nos permitirá vivir sin aflicciones ni nos consolará en la vejez. Y aunque la riqueza puede aportarnos lujos físicos y diversos placeres de los sentidos, no nos aportará satisfacción ni alejará nuestra tristeza. En apoyo a esta afirmación, Musonio alude a todos los ricos que se sienten tristes y miserables pese a su riqueza. [3] En el mismo sentido, Epicteto afirma que «es mejor morir de hambre y sin miedo ni angustia que vivir irritado en medio de la opulencia». [4] En líneas generales, afirma que no necesitar riqueza es más valioso que la riqueza misma. [5]

 Ya sería bastante malo que la adquisición de riqueza no hiciera feliz a la gente, pero Musonio cree que la situación es aún peor: la riqueza tiene el poder de hacer infelices a las personas. De hecho, si quieres que alguien sea realmente miserable, cúbrelo de riquezas. Una vez, Musonio entregó una suma de dinero a un hombre que se postulaba como filósofo. Cuando le dijeron que aquel hombre era un impostor, que en realidad era un ser vicioso y nocivo, en lugar de quitarle el dinero, Musonio dejó que se lo quedara. Con una sonrisa dijo que si de veras era una mala persona, merecía el dinero. [6]

William Irvine

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