Si un país es sabiamente gobernado,
sus habitantes están satisfechos.
Disfrutan de la labor de sus manos
y no pierden el tiempo inventando
máquinas que les ahorren esfuerzo.
Puesto que aman tiernamente sus hogares
no están interesados en viajar.
Quizá haya carruajes o barcos,
aunque no van a parte alguna.
Quizá haya un arsenal de armas,
aunque nadie las usa jamás.
La gente disfruta de su comida,
se complace con su familia,
pasa los días de fiesta en su jardín,
se deleita en los quehaceres de la vecindad.
Y aun cuando el vecino país se halla tan próximo
que oyen cantar a sus gallos, ladrar a sus perros,
están contentos de morir a edad avanzada
sin haberlo visitado jamás.
Lao Tse
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