El Manual de Epicteto empieza con la siguiente frase, que se ha hecho célebre: «Algunas cosas dependen de nosotros y otras no dependen de nosotros». Dice que nuestras opiniones, impulsos, deseos y aversiones son ejemplos de cosas que dependen de nosotros, y que nuestras posesiones y reputación son ejemplos de cosas que no dependen de nosotros. [6] De esta afirmación se sigue que tenemos dos opciones respecto a los deseos que se forman en nosotros: podemos desear cosas que dependen de nosotros o podemos desear cosas que no dependen de nosotros.
Sin embargo, si deseamos cosas que no dependen de nosotros, a veces no conseguiremos lo que queremos, y cuando esto suceda, «conoceremos la desdicha» y nos sentiremos «frustrados, miserables e irritados». [7] En particular, dice Epicteto, es estúpido desear que nuestros amigos y familiares vivan para siempre, ya que esto no depende de nosotros. [8]
Supongamos que tenemos suerte y que después de desear algo que no depende de nosotros, lo conseguimos. En este caso, no acabaremos sintiéndonos «frustrados, miserables e irritados», pero durante el tiempo en el que hemos deseado lo que no depende de nosotros, sin duda hemos experimentado cierto grado de ansiedad: como no dependía de nosotros, existía la posibilidad de no conseguirlo, y esto ha sido una fuente de preocupación. Por lo tanto, desear cosas que no dependen de nosotros perturbará nuestra serenidad, aun cuando acabemos por conseguirlas. En conclusión, cuando deseamos cualquier cosa que no depende de nosotros, nuestra serenidad se verá probablemente perturbada: si no lo conseguimos, nos frustraremos, y si lo conseguimos, sentiremos ansiedad a lo largo del proceso.
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