Una palabra que se aleja del vacío decir cotidiano, una palabra que nos define, que lleva nuestra sangre y nos compromete, tal como Nezahualcóyotl se comprometió con su padre, su herencia y su nombre. Asomémonos al pensamiento de este monarca impresionante, en algunos retazos de su escritura.
(…) ¿Es verdad que se vive sobre la tierra?
No para siempre en la tierra: solo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra, aunque sea oro se rompe, aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra: solo un poco aquí.
(…)
Así somos, somos mortales, de cuatro en cuatro nosotros los hombres,
todos habremos de irnos, todos habremos de morir en la tierra.
(…) Como una pintura nos iremos borrando.
Como
una flor, nos iremos secando aquí sobre la tierra. (…) (…) aunque
fuerais de jade, aunque fuerais de oro, también allá iréis, al lugar de
los descarnados.
Tendremos que desaparecer, nadie
habrá de quedar. (…) Es la pluma de un hombre que enfrentó muchos duelos
en su vida, la pérdida de su reino, su padre y hasta su nombre, sin
renunciar jamás al deseo que le permitió erguirse y hacerse cargo de
quien era.
Nezahualcóyotl no fue un bárbaro ni un
salvaje, como quiso hacernos creer la historia oficial. Lejos de eso fue
un pensador, un filósofo, un estadista y sobre todo, un valiente. Pero
no fue el único.
No hay comentarios:
Publicar un comentario