He pronunciado sendas evadidas,
-catedrales de la osa mayor-
nucleos de soles de colores nunca vistos
y mares absorbidos entre dos orillas planas.
He nombrado oasis
que se evaporan con la flauta,
despedidas tan confiadas
que se vendan los ojos las miradas.
He nombrado miedos tan cansados
que conmueven al olvido,
cadenas tan tensas
que el cielo mismo se estrangula...
He murmurado
que toda la noche
mecí a la muerte junto a mi
y lo hice por hermandad.
He dicho
que un dia de estos
el cristal se quiebra
sobre un pasajero ajeno a la armonia...
Derramado a largos tragos
masqué purpuras tormentas,
sangre tan pura que sus trazos
alegraban a los ángeles.
Entonces,
aquellos que bendicen sin temblar,
aquellos que perdonan
y aprietan torniquetes,
han bofeteado mis delirios.
Pero en la flor,
antes de nacer al alba,
un estambre de cólera
prepara un grito estridente
para la nueva aurora....
Poemario de Georges de Cagliari
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