viernes, 7 de mayo de 2021

 


« Miguel Servet fue uno de los primeros pensadores cristianos de los tiempos modernos que abogó por el derecho de cada individuo a seguir su propia conciencia y expresar sus propias convicciones. Fue el primero en expresar la idea de que era un crimen perseguir y matar por la ideas», escribió Hillar en « Miguel Servet: Los valores de un hereje». Irónicamente, estas ideas no impidieron que él mismo fuera quemado dos veces en la hoguera por sus argumentos herejes: la primera de forma simbólica por parte de la Inquisición francesa, y la segunda ya con su cuerpo presente y a fuego lento, el 27 de octubre de 1553, gracias a la obra del protestante y déspota de Ginebra Juan Calvino.

En 1531, y cuando apenas tiene 20 años, Servet escribe «su primer libro revolucionario», en palabras de Ángel Alcalá: «De los errores acerca de la Trinidad». Desde entonces, «le persiguieron a muerte todas las religiones». Allí rechazaba el dogma de la Trinidad y que Jesús fuera un eterno hijo de Dios. Católicos y protestantes prohíben su libro, y la Inquisición española comienza a perseguirle.

Servet huye de Estrasburgo, y se emite una orden de busca y captura contra él en Tolouse, así que decide huir a París y comenzar a usar una identidad falsa: Miguel Servet pasa a llamarse Michel de Villeneuve (o Michael Vilanovanus), un navarro de Tudela.

En París da clases de matemáticas (que entonces incluían geografía, astronomía y astrología), y en 1534 conoce al reformador Juan Calvino, figura clave del protestantismo francés, y futuro ejecutor suyo en 1553.

 Se le niega un abogado, alegando que «sin abogado también sabe mentir muy bien», y se le dice que ha llevado una vida indecente por no haberse casado. El juicio religioso pasa a ser un juicio político. Servet logra que triunfen sus argumentos de que ninguna autoridad eclesiástica o civil tiene derecho a imponer sus creencias ni a limitar la libertad de cada a uno a tener y exponer las propias, tal como explica Ángel Alcalá. Así que este alegato se retira de la acusación de Calvino. Pero su rechazo al bautismo y a la Trinidad deciden finalmente la sentencia.

Encerrado en la cárcel, sufriendo la miseria y el frío, Servet escribe en vano a a sus verdugos: «Por amor de Dios, señores, tened compasión de mí, ya que no me hagáis justicia».

El 27 de octubre de 1553 el Tribunal dicta sentencia: «Te condenamos a ser atado y llevado a la colina de Champel. Allí serás sujeto a una estaca y quemado vivo junto con tus manuscritos y tus libros impresos hasta que tu cuerpo se convierta en ceniza...».

«Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre. Cuando los ginebrinos mataron a Servet, no defendieron una doctrina; mataron a un hombre. La defensa de una doctrina no es asunto de jueces sino de maestros. ¿Qué tiene que ver la espada con la enseñanza?», escribió en 1554 el humanista Sebastián Castellio, en un escrito en defensa de Servet y contra Calvino.

«Su muerte en la hoguera suscitó los aplausos de los fanáticos a la vez que el escándalo de muchos humanistas», explica ángel Alcalá. «Estos recogieron su idea germinal, que ampliada por estudiosos y disidentes ya desde mediados del siglo XVI, fructificó en formulaciones políticas en Holanda y en la filosofía de Locke, hasta llegar a plasmarse en las constituciones democráticas modernas. Tal es la razón de que no el Servet médico, sino el ideólogo, merezca ser reconocido como uno de los grandes mártires de sus ideas, como uno de los más relevantes personajes de la Historia».

https://www.abc.es/ciencia/abci-miguel-servet-cientifico-espanol-quemado-veces-hoguera-hereje-201611100157_noticia.html

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