SI NO HAY RECIPROCIDAD, LA ENERGÍA SE PIERDE...
“Si decimos “te extraño”,
y el otro no siente lo mismo,
la energía se pierde.
Si damos un abrazo,
y el otro no lo sostiene,
la energía se pierde.
Si cocinamos algo rico y
—al compartirlo con amor—
el otro no lo ve, ni lo agradece,
la energía se pierde.
Si nos expresamos
—amorosamente—
y el otro no comprende,
la energía se pierde...
Si pretendemos ayudar,
y el otro ayudarse no quiere,
la energía se pierde.
La energía debe fluir libremente,
como una espiral ascendente.
En tanto, si esto no sucede
habrá un derroche energético
y lo más evidente será que nos sintamos tristes, cansados e impotentes".
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