lunes, 16 de noviembre de 2020

Shakespeare

 La estupidez del mundo es tan superlativa

que, cuando nos aquejan las desgracias, nor-
malmente producto de nuestros excesos, echa-
mos la culpa al sol, la luna y las estrellas, como
si fuésemos canallas por necesidad, tontos por
coacción celeste; granujas, ladrones y traidores
por influjo planetario; borrachos, embusteros y
adúlteros por forzosa sumisión al imperio de
los astros, y tuviésemos todos nuestros vicios
por divina imposición.

¿Cuántos años tienes?

Señor, ni tan pocos como para enamorarme
de una mujer por su canto, ni tantos como para
encapricharme de ella por cualquier cosa. Van
cuarenta y ocho a mis espaldas.

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