Los conflictos armados entre naciones nos horrorizan. Pero la guerra económica no es más benigna. Es como una intervención quirúrgica. Una guerra económica es una especie de tortura prolongada. Y sus estragos no son menos terroríficos que los descritos en la literatura sobre las guerras propiamente dichas, No pensamos en esa otra guerra porque estamos acostumbrados a sus efectos letales. [...] El movimiento antibelicista es sólido y rezo por que tenga éxito. Pero no puedo evitar sentir un temor lacerante: el de que ese movimiento fracasará si no llega a la raíz de todos los males, es decir, la codicia humana.
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