Una marca encuentro en cada rostro; marcas de debilidad,
marcas de aflicción… decía Blake. Aunque de tipos muy di-
ferentes, encontrará usted infelicidad por todas partes. Su-
pongamos que está usted en Nueva York, la más típicamente
moderna de las grandes ciudades. Párese en una calle muy
transitada en horas de trabajo, o en una carretera importante
un fin de semana; vacíe la mente de su propio ego y deje que
las personalidades de los desconocidos que le rodean tomen
posesión de usted, una tras otra. Descubrirá que cada una de
estas dos multitudes diferentes tiene sus propios problemas.
En la multitud de horas de trabajo verá usted ansiedad, exceso
de concentración, dispepsia, falta de interés por todo lo que
no sea la lucha cotidiana, incapacidad de divertirse, falta de
consideración hacia el prójimo.
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