sábado, 28 de noviembre de 2020

Arnau de Tera


 Y el niño le preguntó:¿Abuelo, por qué te empeñas todos los días

en sembrar semillas en tierras que no son fértiles?

A lo que el anciano respondió:
Donde hace milenios había desiertos,
ahora hay bosques de árboles que acarician los cielos.
No estoy sembrando para que yo pueda recoger los frutos,
estoy sembrando para que los puedan recoger
los hijos de tus hijos y el mundo.

Siempre esperamos recoger cosechas
al mismo momento de haber sembrado,
pero la semilla no se convierte en árbol milenario,
hasta después de mil primaveras e inviernos bajo el cielo estrellado.

Siempre que hagas algo y el resultado creas que no es el esperado,
recuerda que la constancia, la perseverancia y la paciencia,
son las únicas capaces de convertir un desierto,
en el bosque más mágico que jamás nadie haya pisado.

El niño sin poder entender aún la profundidad
de aquellas sabias palabras, solo pudo decirle:
Gracias por tu amor, abuelo.

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