La guerra se convierte en un estruendo cada vez más fuerte y despiadado. Pero me protegen Montaigne, Pascal y Goethe. Mi abuelo, mientras el mundo se desangra, me enseña a comprender los hechos, a comprender en los hechos [...] Tu abuelo trata de apartarte de esa muerte generalizada leyéndote —¡no, no a los hermanos Grimm!— a Cervantes. Oyes que tu padre ha sido fusilado. Pero no lo has visto nunca. Al final, la guerra ha terminado, tienes catorce años, encuentras a tu madre, una mujer hermosa, eso no lo has visto hasta ahora. Hoy están muertos todos los que he mencionado. Pero también la mayoría de los que no he mencionado están muertos. Casi todos están muertos. También el paisaje de mi infancia ha muerto.
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