Te odiaré
como un dado de acero cantarín
que rasga el aire tranquilo
del manto de la noche
o con gesto solemne
igual que los sobrios pinos
que se yerguen
hacia el cielo
odiarte será un juego
para solaz de manos frías
y ágiles dedos
tu corazón anhelará
el solitario esplendor
del pino
mientras las llamas ardientes
de mis ojos
te herirán como raudas flechas
el recuerdo posará sus manos
sobre tu pecho
y comprenderás entonces
mi odio
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