¡Ah, si al menos pudiera,
suscitar el amor
como una cuesta segura hacia mi destino!
¡Y apoyar el denso
hálito sobre las hojas
y arrebatar el sentido a la naturaleza!
O si sólo pudiera
tocar con dedos trémulos la luz,
ésa que valiente florece en nuestro seno,
cuerpo astral de nuestro solitario vivir
aunque permanezca piedra, principio, ribera
tangible a los dioses…
y violar los más cerrados paraísos
tan sólo con la sustancia del afecto.
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