«Todos deben dejar algo detrás cuando mueran, decía mi padre. Un niño o un libro, o una pintura, o una casa, o una pared construida, o un par de zapatos hechos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocó de alguna manera para que tu alma tenga algún lugar a donde ir cuando mueras, y cuando la gente mire a ese árbol o planta que plantaste, estarás ahí».
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