lunes, 9 de enero de 2023

Walt Whitman



Un niño preguntó qué es la hierba, dándomela a manos llenas. ¿Cómo podía responderle al niño? Sé lo que es tanto como él. Quizá sea la bandera de mi ánimo, un paño verde y esperanzado. O quizá sea el pañuelo del Señor, un obsequio perfumado, un recordatorio arrojado adrede, con el nombre del dueño en los bordes, para que lo veamos y preguntemos de quién es: O quizá la hierba misma sea un niño, el vástago de la vegetación. O quizá sea un jeroglífico uniforme, y signifique: broto por igual en parajes anchos y angostos, crezco tanto entre negros como entre blancos, Kanuck, Tuckahoe, Congressman, CufT, os doy lo mismo, os recibo por igual. Y ahora me parece el bello y desaliñado cabello de las tumbas. Tiernamente te usaré, hierba rizada, tal vez brotes del pecho de hombres jóvenes, tal vez si los hubiera conocido los habría amado, tal vez seas de gente antigua, o de chiquillos pronto separados del regazo de sus madres, y aquí eres el regazo de sus madres. Esta hierba es muy oscura para ser de la blanca cabeza de madres viejas, más oscura que la barba descolorida de los ancianos, oscura para brotar de rosados paladares. 

 

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