MI PRIMER ENCUENTRO CON SALVADOR DALÍ.
Voy a contarte lo que va a seguir, consciente de que si alabar los valores del otro es noble, alabarse a sí mismo es despreciable. Sin embargo el hecho es que, viéndome en dificultades con el famoso pintor, pude ganarle esa especie de match de box espiritual al que me arrastró.
Cuando estaba yo invadido por un fervor místico preparando la realizción de mi futura película "DUNA", tuve la suerte que mi productor consiguiera que Salvador Dalí me hiciera el favor de recibirme. Yo quería que él interpretara en mi DUNA el rol del Emperador de la Galxia. A Dali le encantaba rechazar publicamente a quienes le ofrecían participar en alguna aventura artística... Me recibió en un restorante chic de París, acompañado por un grupo de sus admiradores. Hizo que me sentara a su lado, y así, a boca de jarro, me lanzó estas palabras:
-"Siendo jovenes como usted, Pablo Picasso y yo, cuando íbamos a la playa, siempre encontrábamos un reloj enterrado en la arena. ¿Usted, alguna vez, ha encontrado un reloj en la arena?"
Me sentí perdido. Si le respondía que sí había encontrado un reloj, pasaría por un joven fatuo que se creía tan grande como esos dos genios. Si le contestaba que nunca habia encontrado un reloj, pasaría por ser un despreciable mediocre... Era tan grande mi deseo de obtener que Dali aceptara el papel que le ofrecia, que mi inconsciente hizo estallar en mi boca esta respuesta:
-"Nunca he encontrado un reloj en la arena, pero he perdido muchos."
Dalí, carraspeó unos segundos y luego, sonriendo, me dijo:
-"Lo espero la próxima semana en Barcelona. Ahí discutiremos el monto de mi contrato."
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