jueves, 31 de marzo de 2022




"Una vez
a los 14 años
los creadores me dieron
mi único atisbo de
esperanza.

a mi padre no le gustaban
los libros y
a mi madre no le gustaban
los libros (porque a mi padre
no le gustaban los libros).
sobre todo los que traía
de la biblioteca:
D. H. Lawrence
Dostoyevski
Turguénev
Gorki
A. Huxley
Sinclair Lewis
otros.

dormía en mi cuarto
pero a las 8 de la noche
teníamos que acostarnos:
"a quien madruga,
Dios le ayuda",
decía mi padre.

"¡A DORMIR", gritaba.

entonces metía la lámpara de la mesilla
debajo de las mantas
y con el calor de la luz oculta
seguía leyendo:
Ibsen
Shakespeare
Chéjov
Jeffers
Thurber
Conraid Aiken
otros.

me transmitían esperanza
y emoción en un lugar sin
esperanza ni emoción.

me lo tomaba en serio.
pasaba calor debajo de las mantas.
a veces la lámpara o las sábanas
humeaban, como si se
quemaran;
entonces apagaba la lámpara
y la sacaba fuera
para enfriarla.

sin esos libros
no sé muy bien
en qué me habría
convertido:
un loco; asesino
de mi padre;
un imbécil, un retrasado;
un soso desesperanzado.

cuando mi padre gritaba
"¡A DORMIR!"
estoy seguro de que temía a
las palabras bien escritas
que con delicadeza
y sensatez
surgían de
las mejores obras
literarias.

y allí estaban
a mi lado
debajo de las mantas
más femeninas que cualquier mujer
más masculinas que cualquier hombre.

lo tenía todo
lo hice mío.

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