miércoles, 9 de marzo de 2022

 


¿Significa enfermedad tener síntomas? Yo sostengo, con respecto a esto, que la enfermedad puede consistir muy bien en no tener síntomas cuando deberían tenerse. ¿Significa salud estar libre de síntomas? Yo lo niego. ¿Que nazis estaban sanos en Auschwitz o Dachau? ¿Aquellos que sentían angustiada su conciencia o los que la poseían lozana, clara y feliz? ¿Era posible que una persona profundamente humana no sintiera en tales circunstancias conflicto, sufrimiento, depresión, cólera, etcétera? En una palabra, si me comunicas que tienes un problema de personalidad, hasta conocerte mejor no podré decirte «¡Bravo!» o «Lo siento». Depende de las razones. Y éstas, por lo que parece, pueden ser buenas o pueden ser malas. Un ejemplo es el cambio de actitud de los psicólogos respecto a la popularidad, la adaptación e incluso la delincuencia. ¿Popular entre quienes? Quizás sea mejor para un joven ser impopular entre los snobs del vecindario o la camarilla del club local. ¿Adaptado a qué? ¿A una mala cultura? ¿A un padre dominante? ¿Qué pensaremos de un esclavo bien adaptado? ¿Un prisionero bien adaptado? Incluso al muchacho que presenta problemas de comportamiento, se le mira con una mayor tolerancia. ¿Por qué es un delincuente? La mayor parte de las veces por razones de enfermedad. Pero algunas veces las razones pueden ser saludables y el muchacho quizás se limite a resistir a que le exploten, de dominen, pase por alto, desprecien y atropellen. Evidentemente lo que se califica como problemas de personalidad dependerá de quién sea el autor del juicio. ¿Un propietario de esclavas? ¿Un dictador? ¿Un padre patriarcal? ¿El esposo desea que su mujer permanezca infantilizada? Parece claro que los problemas de personalidad pueden ser a veces protestas en voz alta contra el quebrantamiento de la estructura ósea del psiquismo propio o de la naturaleza interna del individuo. Y me deprime tener que confesar que tengo la impresión de que la mayor parte de la gente no protesta ante estos tratos. Los aceptan y pagan por ellos años más tarde a través de síntomas neuróticos y psicosomáticos de tipología diversa, o quizás en algunos casos, no adquieran nunca conciencia de la propia enfermedad, de haber perdido la verdadera felicidad, la verdadera realización de una promesa, una vida emocional rica y una vejez serena y fructífera; de no haber conocido jamás lo maravilloso que es crear, reaccionar estéticamente, encontrar la vida apasionante.

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