sábado, 5 de marzo de 2022

 A veces dañamos nuestra autoestima generalizando acerca de nuestra "naturaleza esencial" sobre la base de nuestras acciones en situaciones concretas.

    Por ejemplo, Martín me dijo: "Soy un inadaptado social. No sé hablar con la gente. No sé qué decir." Cuando le pregunté: "¿Nunca sabe qué decir?", me respondió: "Bueno, no; cuando estoy con gente Interesada en el arte o la literatura, tengo muchísimo que decir." Parece que Martín no tenía ningún interés particular en los deportes y se sentía marginado cuando los hombres y las mujeres de la oficina conversaban sobre un reciente partido de fútbol, "¿Le importa el fútbol?", le pregunté. Me contestó: "En lo más mínimo." Yo proseguí: "¿Piensa que tendría que importarle el fútbol?" Reflexionó un momento, luego rió y dijo: "No, por supuesto que no." Yo observé: "Cuando usted se llama “un inadaptado social”, lo que parece querer significar es que no tiene nada que decir sobre un tema que no reviste ningún Interés para usted y sobre el cual no siente ningún deseo de aprender nada. Para mí, eso no Indica una deficiencia Innata. Lo que Indica es que usted sería más feliz sí encontrara amigos que compartieran su Interés por el arte y la literatura. En cuanto a sus compañeros de oficina, si usted pudiera permitirse tener intereses diferentes de los de ellos, y permitir que ellos tengan intereses distintos de los suyos, imagino que podría sentirse más relajado en su compañía e incluso descubrir que siguen siendo miembros de la misma especie". Como comentario adicional de esta historia, añadiré que el trabajo que hice con Martín a partir de entonces llevó a que él descubriera que tanto él como sus compañeros de trabajo tendían a moverse en mundos innecesariamente restringidos en sus conversaciones, y que entre ellos existían muchos caminos potenciales de comunicación, pese a sus diferentes intereses.

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