domingo, 20 de marzo de 2022



 En 1841, un economista alemán, Friedrich List, criticó a Gran Bretaña por predicar el libre comercio a otros países, pese a que había conseguido su supremacía económica por medio de aranceles altos y subvenciones considerables. Acusó a los británicos de "retirar la escalera" por la que habían subido para alcanzar la posición más alta de la economía mundial: "es una argucia muy común que, cuando alguien ha alcanzado la cumbre de la grandeza, retira la escalera por la que ha subido para privar a los demás de los medios para trepar tras él. Hoy en día, hay ciertamente algunas personas en las naciones ricas que predican el libre mercado y el libre comercio a las naciones pobres con la finalidad de capturar porciones más grandes de los mercados de estas y evitar la aparición de posibles competidores. Dicen: "Haced lo que decimos, no lo que nosotros hicimos" y actúan como "malos samaritanos", aprovechándose de aquellos que están en apuros." Pero lo más preocupante es que muchos de los malos samaritanos de hoy ni siquiera se dan cuenta de que están perjudicando a los países en vías de desarrollo con sus políticas. La historia del capitalismo se ha reescrito hasta tal punto que mucha gente del mundo rico no percibe la doble moral histórica que supone recomendar libre comercio y libre mercado a naciones en vías de desarrollo.

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