miércoles, 9 de marzo de 2022

 Pero no hay magia en las pesadillas. Siempre me ha resultado difícil enfrentarme a la verdad de mi infancia, porque para hacerlo tendría que comprometerme a explorar los rasgos y configuraciones de una historia que preferiría olvidar. Pasaron los años sin que tuviera que enfrentarme a la demonología de mi juventud; tomé la sencilla resolución de no hacerlo y hallé solaz en la dulce quiromancia del olvido, refugio en las frías y señoriales tinieblas del inconsciente. Pero bastó una llamada telefónica para arrastrarme de nuevo hacia la historia de mi familia y los fracasos de mi vida adulta.

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