domingo, 26 de diciembre de 2021

 Nuestra imaginación está tristemente infraequipada para arreglárselas con distancias que salen del rango medio de la familia ancestral. Intentamos visualizar un electrón como una bola diminuta, en órbita alrededor de un grupo de bolas que representan los protones y los neutrones. No se parecen a eso. Los electrones no son como pequeñas bolas. No se parecen a nada que podamos reconocer. No está claro que «como» signifique incluso nada cuando intentamos volar demasiado cerca de los horizontes más lejanos de la realidad. Nuestra imaginación no tiene todavía las herramientas necesarias para penetrar en el barrio del quantum . Nada a esa escala se comporta en la forma —tal como hemos evolucionado a pensar— como debería comportarse. Ni podemos arreglárnoslas con objetos que se mueven a alguna fracción apreciable de la velocidad de la luz. El sentido común no nos sirve, porque el sentido común ha evolucionado desde un mundo donde nada se mueve muy rápido y nada es demasiado pequeño o demasiado grande.

    Al final de un famoso ensayo sobre «Mundos posibles», el gran biólogo J. B. S. Haldane escribió: «Ahora, mi propia sospecha es que el Universo no es solo más extraño de lo que pensamos, sino más extraño de lo que podamos suponer... Sospecho que hay más cosas en el cielo y en la tierra que las que se sueña, o de las que se pueden soñar, en cualquier filosofía». A propósito, estoy intrigado por la sugerencia de que el famoso discurso de Hamlet citado por Haldane está convencionalmente mal dicho. El acento normal está en «tu»:
     
    Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio,
    de las que son soñadas por tu filosofía.
     
    Efectivamente, el verso se recita a menudo con un sonido sordo, lo que implica que Horacio quiere referirse a racionalistas y escépticos poco profundos de todos sitios. Pero algunos académicos colocan el énfasis en «filosofía», con la palabra «tu» casi difuminada: «... de las que son soñadas por tu filosofía». La diferencia no importa en realidad a los presentes propósitos, excepto que la segunda interpretación ya cuida más de la «cualquier» filosofía de Haldane.

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