domingo, 26 de diciembre de 2021

  

Durante mis años de universidad estuve conviviendo con varias personas, todas ellas de distintas partes de España. Cada uno traía expresiones propias de su comunidad. De pronto me vi utilizando expresiones propias de Zaragoza, de Sevilla, del País Vasco. Uno de mis compañeros era muy malhumorado y siempre utilizaba una expresión muy suya propia de su tierra cuando se enfadaba. Durante una discusión, me sorprendí utilizando las expresiones de mi amigo, y me di cuenta que me llevaban a su mismo estado emocional.

    Podemos observar que cuando convivimos con personas con un vocabulario pobre o negativo, empezamos a utilizar sus mismas expresiones, su mismo volumen, su misma entonación, quizás el mismo modo de expresarlas y de ese modo hacemos nuestras sus emociones sintiendo lo mismo que sienten ellas. Pero también eso ocurre de manera positiva si nos rodeamos de personas que utilizan expresiones y palabras positivas.
    "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente." Ludwig Wittgenstein

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