lunes, 13 de diciembre de 2021

   Si pones tu mano en el fuego, ¿es necesario que alguien te diga que la retires? ¿Tienes que decidir? No: cuando la mano se empieza a quemar, se aleja del fuego. No es necesario que la dirijas; lo hace sola. De la misma manera, una vez que, a través de la indagación, comprendes que un pensamiento falso está provocando tu sufrimiento, te apartas de él. Antes del pensamiento, no sufrías; con el pensamiento, sufres; cuando reconoces que el pensamiento no es verdad, dejas de sufrir.  «¿Cómo reacciono cuando tengo ese pensamiento?». La mano en el fuego. «¿Quién sería sin él?». Me aparto de las llamas. Examinamos el pensamiento, sentimos nuestra mano en el fuego, y naturalmente, volvemos a la posición original; no es necesario que nos lo digan. La próxima vez que aparezca el pensamiento, la mente se apartará automáticamente del fuego.

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