San Pablo fue uno de los pilares de los comienzos de la Iglesia cristiana. A san Pablo lo atormentaba una «espina clavada en la carne». Los expertos en estudios bíblicos no saben en qué consistía esa debilidad suya.
Algunos han especulado que podía tener trastorno bipolar (maníaco-depresivo), una confusión sexual o ser tartamudo. San Pablo, desesperado, rezaba a Dios pidiéndole que le quitara esa espina. Pero Dios no atendía a sus oraciones. Por fin, el Espíritu Santo se apareció a san Pablo y le dijo:
«Mi gracia te basta, pues en tu debilidad se manifiesta de manera más completa mi fuerza».
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