lunes, 6 de diciembre de 2021

 Al final de su libro The Hero's Journey [El viaje del héroe], Joseph Campbell cuenta un cuento sobre un cachorro de tigre huérfano que fue criado por unas cabras. Él no sabía que era un tigre, y balaba y comía hierba como las cabras. Entonces, un día un tigre se lanzó sobre el pequeño rebaño y las cabras huyeron, dispersándose. Pero el cachorro era un tigre, no una cabra, así que se quedó quieto, esperando. El grandullón lo miró y le dijo: «¿Qué haces tú aquí, entre las cabras?». Y el pequeño tigre respondió: «Beeee», y empezó a mordisquear la hierba, un poco avergonzado. El grandullón lo cogió por el cuello, lo llevó hasta un estanque y le dijo: «Ahora, mírate en ese estanque.» Y el cachorro se miró y, por primera vez en su vida, vio cuál era en realidad su cara. Cuando el estanque está en calma tomamos conciencia de nuestra presencia eterna, de que no somos ninguna otra persona. Las ondulaciones del agua confunden nuestra identidad: ahora vengo, ahora desaparezco, me voy. De todas maneras, el cachorro de tigre está empezando a entender el mensaje. La lección siguiente del grandullón es cogerlo y llevárselo a su guarida, donde están los restos todavía frescos de una gacela. El tigre adulto arranca de un mordisco un trozo del sanguinolento despojo y le dice al cachorro que se sirva. Éste retrocede, diciendo: -Soy vegetariano. -Vamos, nada de tonterías -es la respuesta, y le empuja el bocado por la garganta. El cachorro hace arcadas, «como le pasa a todo el mundo con la auténtica doctrina», según dice el texto. Así, entre arcadas, la doctrina verdadera se le va infiltrando en el organismo, ya que es la comida que le corresponde, y le activa el sistema nervioso. Espontáneamente sacudido por el alimento adecuado, el cachorro da un pequeño rugido de tigre, y el grandullón le dice: -Ahora sí. ¡Lo conseguimos! Ahora comeremos comida de tigre. En esto hay una moraleja, naturalmente, y es que, en realidad, todos somos tigres que vivimos aquí como cabras. La función de la sociología y de casi toda nuestra educación religiosa es enseñarnos a ser cabras. Pero la función de la interpretación adecuada de los símbolos mitológicos y de la disciplina de la meditación es ponernos ante nuestro auténtico rostro de tigre. Entonces aparece el problema. Tú has encontrado tu cara de tigre, pero aún sigues viviendo aquí con esas cabras. ¿Cómo vas a hacer eso? Lo que has aprendido es que a través de todas las formas del mundo se irradia el esplendor único de la eternidad. Puedes contemplar la aparición del milagro de la vida en todas estas formas, ¡pero no les dejes saber que eres un tigre! Exteriormente lleva la vestimenta de la ley, y compórtate como todos los demás, pero por dentro lleva la túnica del sendero místico. Este es el gran secreto de la vida. De esto hablamos: de encontrar tu manera de amar al mundo, de no ignorarlo, o de ser verdaderamente indiferente. Padres, maestros y líderes religiosos son figuras de autoridad que pueden convertirnos en cabras cuando somos pequeños tigres natos. La clave está en que encuentres el tigre que hay en ti. Allí donde la gente se burla de la auténtica doctrina, recuerda que, si quieres cambiar a alguien, lo mejor es que utilices el recurso de contar cuentos y anécdotas. Si vas vestido de cabra, la gente no sabrá que ese es el papel interior del místico y el tigre que hay en ti. Cuando te vistes de cabra, es más probable que escuchen tu voz de tigre. Una vez llegué a un taller conduciendo un Chevrolet del año sesenta y nueve prácticamente carcomido por la herrumbre; lo teníamos en casa porque nuestro hijo Stephen iba a restaurarlo. Durante todo el día la gente me escuchó con suma atención, y al final se me acercó una mujer y me dijo: -Debido a su naturaleza humilde, usted ha tenido sobre nosotros un efecto muy profundo. -¿Qué saben ustedes de mi naturaleza humilde? -le pregunté. -Es que hemos visto el coche que lleva -fue su respuesta-. Si hubiera venido en un Mercedes, no podría habernos impresionado de esa manera. De modo que ya sabes a qué me refiero cuando te recomiendo que vayas vestido de cabra.

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