Si quieres imaginar la tan usada — excesivamente usada— imagen de El Pensador de
Rodin, quiero que imagines esa postura de la mano en la barbilla, que supuestamente adopta
cualquier pensador que no sea frívolo. Creo, por cierto, que el pensador debería ser activo y
enérgico más que apesadumbrado y solemne. Pero, por el momento, la imagen tradicional es
útil.
Adopta esa postura — en forma física, no mental— y te convertirás en un pensador. ¿Por
qué? Porque si "actúas como si" fueras un pensador, te convertirás en uno.
Los tibetanos rezan haciendo girar unos molinillos sobre los que están grabadas las
oraciones. Los molinillos giratorios hacen subir las oraciones en espiral hacia el espacio
divino. En la práctica, si se encuentran debidamente en equilibrio, un ayudante puede
mantener girando una docena de molinillos de oración como en el acto circense en que giran
platos equilibrados en la punta de largos palos. Es posible que el tibetano piense en la lista
de ropa para lavar mientras hace girar la rueda. Importa la intención de rezar y no tanto las
vibraciones emocionales o espirituales que muchos cristianos se exigen a sí mismos. Existe
otro punto de vista cristiano mucho más próximo al tibetano: efectuar los movimientos
propios de la oración aunque no se esté emocionalmente comprometido. Las emociones
coincidirán con los movimientos a su debido tiempo. Eso es, precisamente, lo que quiero
decir cuando te pido que "actúes como si" fueras un pensador.
Adopta la postura de un pensador. Haz los movimientos. Ten la intención y manifiéstatela
a ti mismo y a quienes te rodean. Muy pronto tu cerebro desempeñará el rol que estás
"actuando". Si finges ser un pensador, muy pronto, en efecto, te convertirás en uno.
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