viernes, 22 de enero de 2021

 ESTO ME LO DIJO EN PARIS UN ALQUIMISTA QUE VIVIÓ HASTA LOS 110 AÑOS.  


El intelecto, que pretende llenarse y conocer, engendro del pasado, debe vaciarse hasta llegar a la ignorancia. El corazón deseoso de ser amado, nunca satisfecho por alimentarse del futuro, debe aceptar lo que la vida puede darle, arrancando de cuajo sus pedidos e ilusiones. Ese sexo que invade el presente confundiendo a sus apetitos animales con la vida, a sus hijos y sus obras con la inmortalidad, debe aprender, dejando de escapar hacia ninguna parte, a morir en paz. Dime, ¿cuál es tu finalidad en la vida? ¿Ser feliz? ¿Ser famoso? ¿Ser rico? ¿Ser amado? ¿Morir viejo?
-Si te soy sincero, todo eso.
-Bien poco es lo que quieres... No te tienes que contentar con esperanzas modestas, debes elevarte al pensamiento donde todos los seres vivientes necesitan ser liberados. No has trascendido las finalidades personales. Te vives como individuo y no como humanidad. Lo primero que debes proponerte es ver aquello que llamamos Dios, frente a frente, sin morir y sin miedo. Libre de aflicciones, con el inconsciente y el supraconsciente convertidos en aliados, ser tu propio curandero y ser también capaz de curar las enfermedades de los otros. Llegar a tal fortaleza espiritual que no seas sorprendido, anonadado ni vencido por los infortunios, los desastres o los enemigos. Conocer el cosmos entero, su pasado, su presente, su futuro. Saber, en la dimensión de los sueños, resucitar a los muertos. Desarrollar la consciencia hasta hacerla atravesar sin disgregarse las innumerables muertes, para vivir tantos años como vive el universo. Ser capaz de elevar con tu sola presencia el nivel de consciencia de cualquier ser viviente. Enseñar a los hombres a usar como energía la inteligencia divina encerrada en la materia. Limpiar el planeta de las inmundicias industriales. Saber decir palabras que pacifiquen a los animales peligrosos. Hacerte inmune a los venenos. Conocer a primera vista el fondo del alma y el corazón de hombres y mujeres. Poder prever los acontecimientos inevitables, dar de inmediato consuelo eficaz y consejos útiles, lograr que los fracasos sólo sean cambios de camino, convertir los problemas en dificultades y vencerlas, domar el amor y el odio, hacerte rico sin dañar a los otros y ser amo de esa fortuna y no su esclavo. Saber gozar de la pobreza sin abyección ni miseria. Gobernar los cuatro elementos, el aire, el fuego, el agua y la tierra, calmando las tempestades, haciendo surgir el sol por entre las nubes densas o provocando la lluvia en épocas de sequía. Poder comunicarte con el pensamiento, sanar a distancia, estar en varios sitios a la vez... y tantas otras cosas que ahora te parecerán fantásticas pero que, si te esmeras, poco a poco lograrás obtener.

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