Una noche de 1905, murió Louise Michel, la anarquista que fundó la primer sociedad del mundo sin gobierno y sin patrones: "La Comuna de París".
A pesar de ser encarcelada en múltiples ocasiones por su manera de pensar, Louise Michel no claudicó en su lucha por la emancipación económica de los trabajadores, por ello el gobierno francés trató de internarla en un manicomio acusándola de sufrir trastornos mentales.
En 1871 reafirmó sus convicciones con estas palabras, pronunciadas mientras era juzgada por sublevarse contra la sociedad clasista y machista:
"No quiero defenderme, no quiero ser defendida; pertenezco por entero a la revolución social y declaro aceptar la responsabilidad de todos mis actos; la acepto sin restricciones y como sé que todo corazón que late por la libertad no tiene derecho más que a un poco de plomo, yo reclamo mi parte. Si me dejan vivir, no dejaré de buscar la venganza de mis hermanos. No me ofendan; no me degraden con un perdón que ni pido, ni necesito, ni merezco. He disparado junto con los que más han disparado y he luchado con los que más han luchado."
Al salir de su último encierro, Louise se dedicó a propagar su ideal antiautoritario y a impulsar el anarcofeminismo por medio de sus periódicos y libros, hasta el momento de su muerte a causa de una enfermedad contraída en prisión. Más de cien mil obreras y obreros del mundo acudieron a su sepultura, convirtiéndose así en un símbolo mundial de las reivindicaciones proletarias y la liberación sexual femenina.
«Cuidado con las mujeres cuando se sientan asqueadas de todo lo que las rodea y se subleven contra el viejo mundo, porque ese día nacerá el nuevo mundo». -Louise Michel (1830-1905)
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