Hay un momento en la madurez
en que te aburres, encolerizado
por tu mente mediocre,
aterrorizado.
Ese día el sol
deslumbrante te quema
y te hace sentir más desolado.
Pasa sutilmente como cuando una pera
se pudre de dentro afuera
y tú tal vez no lo adviertes
hasta que es demasiado tarde.
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