Sus poemarios sorprenderían al mundo literario. El primero se tituló Yo soy mi casa y fue publicado en 1946 con un corto tiraje por la editorial Alcancía, de los historiadores Edmundo O’Gorman y Justino Fernández. Ellos publicaron también su siguiente libro, Puerta obstinada (1947), al que siguió Círculo de angustia (1948). Estas obras le alcanzaron para ser considerada poeta, aunque algunos no creyeron que ella escribiera tales versos y atribuyeron su autoría a Alfonso Reyes, quien replicó: “Nada de comparaciones odiosas: aquí se trata de un caso mitológico”.
Pita entonces se creyó con derecho a todo y que nadie podía rechazarla, aunque el propio O’Gorman la corrió de una fiesta en la que pretendía opacar a la diva María Félix. En 1953 llegaron sus Décimas a Dios, su poemario más celebrado. Era su época de esplendor, cuando podía declamar: “Shakespeare me llamó genial/ […] García Lorca, la grandiosa/ y yo me llamé la Diosa”; cuando se unía “mi belleza a mi genio” y los artistas se placían en retratarla desnuda, de Diego Rivera a Juan Soriano, de Raúl Anguiano a Cordelia Urueta.
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