Para qué hablar
del guayacán que guarda la fatiga
o del tambor de cedro donde el hachero toca
A qué nombrar la espuma
en la boca del río Lacanjá
Espejo de las hojas Cuna de los lagartos
Fuente de macabiles con ojos asombrados
Quizá si transformara en orquídea esta lengua
La voz en canto de perdiz
El aliento en resoplar de puma
Mi mano habría de ser una negra tarántula escribiendo
Mil monos en manada sería mi pecho alegre
Un ojo de jaguar daría de pronto certero con la imagen
Pero no pasa nada Sólo el verde silencio
Para qué hablar entonces
Que se caiga este amor de la ceiba más alta
Que vuele y llore y se arrepienta
Que se ahogue este asombro hasta volverse tierra
Aroma de los jobos
Perro de agua
Hojarasca
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