Dijo que no había diferencia entre la vida y la muerte. «¿Entonces por qué no te mueres tú?»> le preguntó uno. Contestó: «Porque no hay diferencia».
A quien le preguntaba qué fue primero, la noche o el día, contestaba: «La noche es anterior por un día».
Le preguntó uno si el hombre que cometía una injusticia podía pasar inadvertido a los dioses. «Ni siquiera el que la piensa», dijo.
A un adúltero que preguntaba si podía jurar que no había cometido adulterio, le contestó: «El juramento falso no es peor que el adulterio».
A la pregunta de ¿qué es difícil?, dijo: «El conocerse a sí mismo». Y ¿qué fácil?: «Aconsejar a otro». ¿Qué es lo más agradable?: «Acertar». ¿Qué es lo divino?: «Lo que no tiene principio ni fin». ¿Qué es difícil que uno vea?: «A un tirano viejo». ¿Cómo uno soportaría más fácilmente la desgracia?: «Si viera a sus enemigos que lo pasaban aún peor». ¿Cómo viviríamos de la manera mejor y más justa?: «Si no hacemos lo que censuramos a los demás».
¿Quién es feliz?: «El que tiene el cuerpo sano, el espíritu bien dispuesto y un natural bien educado». Decía que «hay que acordarse de los amigos presentes y ausentes»; «que no embellece el aspecto, sino que se es hermoso por las acciones». «No te enriquezcas -dice- por malos medios y que tu palabra no te difame ante los que confían en ti.» «Los presentes que ofrezcas a tus padres, espéralos también de tus hijos.»
En cuanto al sabio, murió presenciando un certamen gimnástico a causa del calor y la sed y la debilidad, ya anciano. Y sobre su tumba está escrito: Si pequeña es esta tumba, su fama es amplia como el cielo; ella encierra al muy inteligente Tales.
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