El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que es libre
en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la
felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez,
le convierten a él en objeto del interés y el afecto de otros
muchos. Que otros te quieran es una causa importante de feli-
cidad; pero el cariño no se concede a quien más lo pide. Ha-
blando en general, recibe cariño el que lo da. Pero es inútil
intentar darlo de manera calculada, como quien presta dinero
con interés, porque un afecto calculado no es auténtico, y el
receptor no lo siente como tal.
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